La filo.
S la culminación dl pnsamient modrno pues n ella se cruzn d un mdo prfund y originl ls 3 prncpls crrients d sta épok: l Rcionlsm, l mprsm y la Ilstrción. Nn su jvntu Kant aceptó ls tsis rcionlsts + mprtntes de Wolff, sta q, sgn ns cuent l msmo Kant, la lctra d Hume le “dspertó dl sueño dogmático”. Sn mbargo, y a psar d ss crítiks a ste mviminto, no s dfícl dstkar algnas ideas prncpals d la “filo. Crítik” dl Kant mduro afins al rcionlsm; ste s l kso d su creencia n la psiblidd d n cnocimient stricto (ls jicios sinttics a priori), 1 cnociminto xtensvo, pro tmb univrsl y ncsrio, anq n l filo. D nstro autr rferido únicamente a los meros fenómenos; o la tesis de que no todos los elementos que intervienen en el conocimiento tienen su origen en la experiencia empírica, pues hay elementos a priori, que los racionalistas llamaron “ideas innatas”, y que fueron entendidos por Kant no como contenidos de conocimiento sino como estructuras aprióricas, y no referidos a objetos sino a la forma que todo objeto ha de tener para que la podamos experimentar, a la estructura del mundo.
Por su parte, el Empirismo dejó también una clara huella en Kant, y no únicamente porque Hume le llevó a rechazar las pretensiones de la “filosofía dogmática” del Racionalismo. Por ejemplo, es claradamente afín al Empirismo su afirmación de que la experiencia no permite extraer universalidad ni necesidad, (así, de la experiencia sólo podemos obtener enunciados particulares y contingentes, juicios que Kant llamará sintéticos a posteriori); o su tesis de que el conocimiento se puede referir sólo a lo que se da a los sentidos, siendo lo que esté más allá de los sentidos incognoscible y de imposible tratamiento científico; la consecuencia de esta tesis será la afirmación de que no es posible la metafísica como ciencia, como conocimiento estricto (aunque Kant afirma que el mundo moral abre la puerta a la relación del hombre con lo metafísico). Respecto del tercer gran movimiento intelectual de la época, la Ilustración, Kant, con su obra Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?, se convirtió en el más importante representante de esta corriente en Alemania. Su huella está presente en aspectos muy diversos de su filosofía, empezando, por ejemplo, en la idea ilustrada de la importancia de la razón, tanto como guía para el conocimiento de la realidad como para la práctica moral, o en el optimismo que lleva a considerar que esta facultad es el instrumento adecuado para emancipar al hombre de los errores de la tradición. Pero debemos citar también a dos ilustrados que definitivamente influyeron en nuestro autor:
Newton, pues su teoría física le llevó a Kant a considerar que existe el conocimiento sintético a priori e intentar comprender cómo es posible este conocimiento tan excelente respecto del mundo físico, o su visión mecanicista del mundo natural que fomentó en Kant la creencia en la existencia de leyes deterministas respecto del mundo natural y, por lo tanto, la consideración de que el hombre, en tanto que pertenece a este mundo, no es libre (en la medida en que es un mero fenómeno).
Y Rousseau, pensador que le mostró la existencia de un orden distinto al físico, el valor de la moral y del mundo del espíritu y la libertad necesaria en el hombre para poder participar de este mundo moral. Las dos obras principales de Kant (Crítica de la razón pura y Crítica de la razón práctica) se pueden entender como expresión de su preocupación por mostrar cómo el hombre pertenece a dos mundos, el de la Naturaleza (determinista) y el del Espíritu (ámbito de la libertad), y cómo ésta doble pertenencia es posible. En cuanto a las influencias de los pensadores más lejanos, cabría señalar a Platón y sus “Ideas”, que en un sentido algo modificado están presentes también en las llamadas por Kant “ideas puras” de la razón (alma, mundo, Dios), y el concepto de Sumo o Supremo Bien y su relación con los postulados de la razón práctica, entre los que se encuentra la inmortalidad del alma, que guarda cierto parecido con uno de los argumentos utilizados por Platón para demostrar la inmortalidad del alma. O, finalmente, el pensamiento estoico y su estricto sentido del deber, tan lejano a una concepción hedonista y tan del gusto del rigorismo kantiano. Repercusiones Sin duda, la repercusión directa más clara de la filosofía kantiana la encontramos en el llamado “idealismo alemán” (Fichte, Schelling y Hegel), movimiento filosófico de la primera mitad del Siglo XIX y que tiene su origen en nuestro autor.Estos filósofos siguen a Kant en algunas de sus tesis principales, radicalizando sus planteamientos; por ejemplo potencian el papel activo del sujeto:
Para Kant el sujeto es activo en el sentido de que influye en lo conocido a partir de sus estructuras aprióricas y de los procesos que en ellas descansan, pero creyó también que en el sujeto había una dimensión de pasividad, pasividad que se muestra en el hecho de que el sujeto elabora el fenómeno a partir del material bruto de la sensación; los idealistas consideran que es preciso rechazar esa dimensión de pasividad y concluyen que absolutamente todos los aspectos de la realidad conocida son una consecuencia de la actividad del sujeto cognoscente, lo que les llevará a mantener que la Razón (que no se identifica con ninguna razón finita particular sino, como afirmó Hegel, con lo Infinito o Dios) carece de límites y a negar la noción de noúmeno o cosa en sí : no existe nada que esté más allá de la realidad conocida, no hay distinción entre la realidad pensada y la realidad en sí misma. Marx también es en cierto modo heredero de la filosofía kantiana, primero porque tomó algunos elementos importantes del idealismo alemán, en particular de Hegel (los conceptos de alienación, dialéctica,…), pero interpretándolos en un sentido materialista, y, segundo, porque la visión kantiana de la libertad y, más aún, el imperativo categórico en la fórmula general que describe al hombre como un fin final, y que prohíbe tratarlo como mera cosa, inspiró las críticas del joven Marx a la alienación y explotación económica como una forma de cosificación del hombre. Tampoco podemos olvidar la clara presencia de la filosofía kantiana en Schopenhauer, principalmente su distinción mundo fenoménico/cosa en sí, que este último autor identificará con la irracional “voluntad de vivir”, e indirectamente también en Nietzsche. Oponiéndose al idealismo que se inició en Europa con Kant, aparecieron en la segunda mitad del Siglo XIX y primeras décadas del XX escuelas filosóficas tan importantes como el positivismo, el marxismo, el vitalismo y el existencialismo; pero la filosofía de Kant conocíó aún una cierta renovación en Alemania, a partir de 1860, en el llamado neokantismo, con Cohen y Natorp, autores que influyeron en la primera etapa de Ortega y Gasset. Ya en el Siglo XX, hay una cierta afinidad entre Kant y Wittgenstein, pues este filósofo también está interesado por la investigación de los límites del conocimiento, aunque en éste último autor centrada en la comprensión de los límites del lenguaje. Finalmente, el movimiento neopositivista, y en la línea del Empirismo de Hume y el escepticismo metafísico de Kant, creyó imposible el conocimiento metafísico y declaró que únicamente cabe el conocimiento, la ciencia, de lo que se ofrece a la percepción; sin embargo, no debemos olvidar que, en realidad, Kant no niega lo metafísico (la libertad, el alma y Dios), sólo su acceso intelectual, y que reivindica la vía moral, la razón práctica, como la experiencia que le permite al hombre vincularse con lo metafísico, algo rechazado por esta importantísima corriente del Siglo XX.
Kant
Por su parte, el Empirismo dejó también una clara huella en Kant, y no únicamente porque Hume le llevó a rechazar las pretensiones de la “filosofía dogmática” del Racionalismo. Por ejemplo, es claradamente afín al Empirismo su afirmación de que la experiencia no permite extraer universalidad ni necesidad, (así, de la experiencia sólo podemos obtener enunciados particulares y contingentes, juicios que Kant llamará sintéticos a posteriori); o su tesis de que el conocimiento se puede referir sólo a lo que se da a los sentidos, siendo lo que esté más allá de los sentidos incognoscible y de imposible tratamiento científico; la consecuencia de esta tesis será la afirmación de que no es posible la metafísica como ciencia, como conocimiento estricto (aunque Kant afirma que el mundo moral abre la puerta a la relación del hombre con lo metafísico). Respecto del tercer gran movimiento intelectual de la época, la Ilustración, Kant, con su obra Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?, se convirtió en el más importante representante de esta corriente en Alemania. Su huella está presente en aspectos muy diversos de su filosofía, empezando, por ejemplo, en la idea ilustrada de la importancia de la razón, tanto como guía para el conocimiento de la realidad como para la práctica moral, o en el optimismo que lleva a considerar que esta facultad es el instrumento adecuado para emancipar al hombre de los errores de la tradición. Pero debemos citar también a dos ilustrados que definitivamente influyeron en nuestro autor:
Newton, pues su teoría física le llevó a Kant a considerar que existe el conocimiento sintético a priori e intentar comprender cómo es posible este conocimiento tan excelente respecto del mundo físico, o su visión mecanicista del mundo natural que fomentó en Kant la creencia en la existencia de leyes deterministas respecto del mundo natural y, por lo tanto, la consideración de que el hombre, en tanto que pertenece a este mundo, no es libre (en la medida en que es un mero fenómeno).
Y Rousseau, pensador que le mostró la existencia de un orden distinto al físico, el valor de la moral y del mundo del espíritu y la libertad necesaria en el hombre para poder participar de este mundo moral. Las dos obras principales de Kant (Crítica de la razón pura y Crítica de la razón práctica) se pueden entender como expresión de su preocupación por mostrar cómo el hombre pertenece a dos mundos, el de la Naturaleza (determinista) y el del Espíritu (ámbito de la libertad), y cómo ésta doble pertenencia es posible. En cuanto a las influencias de los pensadores más lejanos, cabría señalar a Platón y sus “Ideas”, que en un sentido algo modificado están presentes también en las llamadas por Kant “ideas puras” de la razón (alma, mundo, Dios), y el concepto de Sumo o Supremo Bien y su relación con los postulados de la razón práctica, entre los que se encuentra la inmortalidad del alma, que guarda cierto parecido con uno de los argumentos utilizados por Platón para demostrar la inmortalidad del alma. O, finalmente, el pensamiento estoico y su estricto sentido del deber, tan lejano a una concepción hedonista y tan del gusto del rigorismo kantiano. Repercusiones Sin duda, la repercusión directa más clara de la filosofía kantiana la encontramos en el llamado “idealismo alemán” (Fichte, Schelling y Hegel), movimiento filosófico de la primera mitad del Siglo XIX y que tiene su origen en nuestro autor.Estos filósofos siguen a Kant en algunas de sus tesis principales, radicalizando sus planteamientos; por ejemplo potencian el papel activo del sujeto:
Para Kant el sujeto es activo en el sentido de que influye en lo conocido a partir de sus estructuras aprióricas y de los procesos que en ellas descansan, pero creyó también que en el sujeto había una dimensión de pasividad, pasividad que se muestra en el hecho de que el sujeto elabora el fenómeno a partir del material bruto de la sensación; los idealistas consideran que es preciso rechazar esa dimensión de pasividad y concluyen que absolutamente todos los aspectos de la realidad conocida son una consecuencia de la actividad del sujeto cognoscente, lo que les llevará a mantener que la Razón (que no se identifica con ninguna razón finita particular sino, como afirmó Hegel, con lo Infinito o Dios) carece de límites y a negar la noción de noúmeno o cosa en sí : no existe nada que esté más allá de la realidad conocida, no hay distinción entre la realidad pensada y la realidad en sí misma. Marx también es en cierto modo heredero de la filosofía kantiana, primero porque tomó algunos elementos importantes del idealismo alemán, en particular de Hegel (los conceptos de alienación, dialéctica,…), pero interpretándolos en un sentido materialista, y, segundo, porque la visión kantiana de la libertad y, más aún, el imperativo categórico en la fórmula general que describe al hombre como un fin final, y que prohíbe tratarlo como mera cosa, inspiró las críticas del joven Marx a la alienación y explotación económica como una forma de cosificación del hombre. Tampoco podemos olvidar la clara presencia de la filosofía kantiana en Schopenhauer, principalmente su distinción mundo fenoménico/cosa en sí, que este último autor identificará con la irracional “voluntad de vivir”, e indirectamente también en Nietzsche. Oponiéndose al idealismo que se inició en Europa con Kant, aparecieron en la segunda mitad del Siglo XIX y primeras décadas del XX escuelas filosóficas tan importantes como el positivismo, el marxismo, el vitalismo y el existencialismo; pero la filosofía de Kant conocíó aún una cierta renovación en Alemania, a partir de 1860, en el llamado neokantismo, con Cohen y Natorp, autores que influyeron en la primera etapa de Ortega y Gasset. Ya en el Siglo XX, hay una cierta afinidad entre Kant y Wittgenstein, pues este filósofo también está interesado por la investigación de los límites del conocimiento, aunque en éste último autor centrada en la comprensión de los límites del lenguaje. Finalmente, el movimiento neopositivista, y en la línea del Empirismo de Hume y el escepticismo metafísico de Kant, creyó imposible el conocimiento metafísico y declaró que únicamente cabe el conocimiento, la ciencia, de lo que se ofrece a la percepción; sin embargo, no debemos olvidar que, en realidad, Kant no niega lo metafísico (la libertad, el alma y Dios), sólo su acceso intelectual, y que reivindica la vía moral, la razón práctica, como la experiencia que le permite al hombre vincularse con lo metafísico, algo rechazado por esta importantísima corriente del Siglo XX.