La restauración borbónica (1875-1902)
1. INTRODUCCIÓN
En 1874 se restauró la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII. Su promotor, Cánovas del Castillo organizó un sistema político fundamentado en una monarquía parlamentaria, conservadora y oligárquica, que aspiraba a mantener el orden social y económico existente. La vida política se basaba en un sistema bipartidista que garantizaba la alternancia pacífica en el poder de conservadores y liberales, gracias al fraude electoral.
2. LAS CLAVES DEL NUEVO SISTEMA POLÍTICO
El 1 de Diciembre de 1874, el futuro rey Alfonso XII hizo público el Manifiesto de Sandhurst en el que se ponía a disposición de los españoles.
El pronunciamiento de Sagunto, dirigido por el general Martínez Campos el 29 de Diciembre de 1874, aceleró la proclamación de Alfonso XII como nuevo rey.
Un nuevo régimen político
La restauración de la monarquía fue promovida por conservadores que compartían unos mismos intereses y una misma concepción del Estado: la defensa del orden social y de la propiedad, y la confianza en la monarquía como garantía de estabilidad.
El nuevo régimen político fue diseñado por Cánovas del Castillo para superar los problemas de la monarquía de Isabel II: el carácter excluyente de los partidos tras alcanzar el poder, el intervencionismo del ejército y la proliferación de enfrentamientos políticos. Sin embargo no se trataba de un sistema democrático ya que no se reconocía el sufragio universal masculino.
Esta nueva etapa debía fundamentarse en una Constitución moderada y en la creación de un sistema bipartidista en el que conservadores y liberales se alternasen en el poder (turno dinástico).
La Constitución de 1876
Esta Constitución favorecíó la estabilidad política ya que aunque tenía un claro carácter conservador, se redactó con cierta flexibilidad de manera que gobernaran ambos partidos de manera estable, sin tener que cambiarla cada vez que uno gobernara. Los principales elementos eran:
- Una amplia declaración de derechos y libertades individuales que eran aplicadas de manera más restrictiva por los gobiernos conservadores y en un sentido más permisivo por los liberales.
- Un enfoque conservador de la división de poderes basado en la soberanía compartida entre las Cortes y el rey. Este último ejercía la jefatura del ejército, elegía al jefe del gobierno y no era responsable ante las Cortes. La función legislativa recaía sobre unas Cortes bicamerales y se manténía la independencia del poder judicial.
- El tipo de sufragio quedaba a decisión del gobierno. La Ley Electoral de 1878, tramitada por conservadores, establecíó el voto censitario limitado a los mayores contribuyentes mientras que el sufragio universal masculino se aprobó en 1890 bajo un gobierno liberal.
- El reconocimiento del catolicismo como religión oficial del Estado, que asignaba a la Iglesia el control de la educación. Además , garantizaba un presupuesto para el sostenimiento del culto y del clero.
- El carácter centralista del sistema que ponía ayuntamientos y diputaciones bajo el control del gobierno y garantizaba la vigencia de las mismas leyes en todo el país.
El final de los conflictos bélicos
La estabilidad del régimen se vio favorecida por el fin de las guerras carlista y cubana.
En 1872, el pretendiente carlista era Carlos María de Isidro que comienza la insurrección. Las zonas de conflicto serán Cataluña, Navarra y el País Vasco. Tras un primer fracaso que le obliga a abandonar España, Carlos VII reorganiza sus tropas y en 1873 regresa a España y consigue implantar un estado carlista en la ciudad de Estella.
La guerra se desarrolló en dos frentes, uno en Cataluña, Aragón y Valencia en forma de partidas y ejércitos al mando de generales y el otro en Navarra y el País Vasco donde había un ejército regular.
El comienzo de la Restauración supone un importante impulso del ejército gubernamental y el general Martínez Campos realiza una ofensiva en Cataluña tomando la capital carlita de Olot y acabando con la resistencia en toda la provincia. Esto permitíó concentrar las tropas en el Norte y terminar la Guerra en 1876 con la conquista de Estella, lo que supone el abandono de Carlos VII de España y el fin de la guerra.
El final de la guerra carlista permitíó acabar más fácilmente con la insurrección cubana (Guerra de los 10 años) en 1878. Se firmó la Paz de Zanjón en la que se incluía una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud aprobada en 1888 por Sagasta y la promesa de reformas políticas y administrativas. El retraso o incumplimiento de estas reformas provocó el inicio de la Guerra Chiquita en 1879 y la posterior insurrección de 1895.
3. EL BIPARTIDISMO Y EL TURNO PACÍFICO
Un sistema bipartidista
Cánovas concibió un sistema bipartidista en el que dos partidos se turnasen en el gobierno sin realizar pronunciamientos o golpes de Estado para conseguir el poder. Los dos partidos fueron el Partido Conservador, liderado por Cánovas y el Partido Liberal, encabezado por Sagasta y que tenía un programa más progresista. Además, incluía a algunos republicanos.
Se trataban de partidos que tenían lideres políticos con sus respectivas clientelas, sus órganos de prensa y sus apoyos locales. La misión del líder era mantener unidas a las diferentes facciones del partido.
Ambos coincidían ideológicamente en la defensa de lo monarquía, de la Constitución y de la propiedad privada, además de un Estado unitario y centralista. Sin embargo, mientras el primero defendía el inmovilismo social, el sufragio censitario, el estado confesional y la restricción de libertades, el segundo defendía el sufragio universal, el reformismo social, la ampliación de derechos y libertades y la defensa de una sociedad laica.
El funcionamiento del turno dinástico
La alternancia regular en el poder quedaba garantizada ya que cuando un gobierno experimentaba un desgaste en su gestión o cuando los líderes lo consideraban necesario, se le sugería al rey el nombramiento de un nuevo gobierno.
El nuevo presidente del Gobierno era siempre el líder de la oposición y recibía el decreta para la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones para ormar una mayoría parlamentaria que le permitiese gobernar.
El resultado de las elecciones era acordado de antemano por ambos partidos por lo que la alternancia en el poder se lograba de manera artificial mediante el fraude electoral y el caciquismo, método por el cual el cacique haacía uso de su poder e influencia para que otros votasen lo que querían. Además, también tuvo mucha importancia la abstención generalizada.
Con esto se evitaba que uno de los partidos monopolizara el poder y que el otro tuviera la tentación de recurrir al ejército para obtener el poder mediante un pronunciamiento militar. Al mismo tiempo se evitaba que carlistas y republicanos pudieran hacerse con el poder.
El desarrollo del turno de partidos
Entre 1836 y 1898, el turno funciónó con regularidad y aunque tuvo momentos difíciles, la gran crisis llegó tras el desastre del 98.
La primera etapa del gobierno conservador fue desde 1875 hasta 1881, cuando empezó el gobierno corto de los liberales que introdujo el sufragio universal masculino para las elecciones municipales y que duró hasta 1884, cuando volvieron los conservadores. Sin embargo, el temor a una desestabilización del sistema político tras la muerte de Alfonso XII en 1885 impulsó a la firma del Pacto del Pardo para garantizar la continuidad de la monarquía. Así, empezó el gobierno largo de los liberales que duró desde 1885 hasta 1990 y que supuso un avance en la libertad de prensa, de expresión y de asociación, así como la creación de una Ley de Jurado, una nueva Ley de Asociaciones y un nuevo Código Civil. Además, se aprobó el sufragio universal masculino para mayores de 25.
Tras esto, en 1890, los conservadores volvieron al poder y en 1892 regresaron los liberales. Por último, en 1895, Cánovas asumíó de nuevo la presidencia hasta su asesinato en 1897. Sin embargo, el personalismo deterioró a los partidos, que dependían únicamente de sus líderes, ya que provocaban diferencias internas y la descomposición progresiva del sistema.
4. LAS FUERZAS POLÍTICAS MARGINADAS DEL SISTEMA
La Restauración marginó de la actividad política a amplios sectores de la sociedad española, lo que provocó una creciente oposición política.
El republicanismo
A pesar de sus divisiones internas, los partidos republicanos compartían cuatro puntos básicos: la república como forma de Estado, las reformas para favorecer a los grupos sociales más necesitados, la fe en el progreso científico y educativo y la defensa de la laicidad.
Los más moderados eran el Partido Republicano Posibilista de Castelar. Además estaba el Partido Republicano Progresista de Zorrilla, el Partido Republicano Centralista de Salmerón y el más numeroso de todos, el Partido Republicano Democrático Federal dirigido por Pi y Margall.
El sufragio universal masculino en 1890 permitíó a la Uníón Republicana conseguir pequeños éxitos electorales que no tuvieron efecto debido al fraude electoral.
El carlismo
El carlismo, que había sido derrotado nuevamente en 1876, tardó en reorganizarse y a partir de 1890 solo tuvo cierta fuerza en las provincias forales. Además, la aparición de los nacionalismos redujo aún más las bases sociales del carlismo. Asimismo, la alianza entre Iglesia y el régimen de la Restauración dejó al carlismo sin una parte de sus argumentos políticos y apoyos tradicionales.
La expansión del PSOE
El movimiento obrero sufríó un retroceso durante los primeros años de la Restauración aunque la llegada de los liberales al poder en 1881 comportó una cierta permisividad gubernamental.
Esto favorecíó las actividades del PSOE, liderado por Pablo Iglesias, que presentaron un informe en el que se denunciaban las condiciones laborales. La publicación del Socialista fue lo que permitíó la uníón de todos los socialistas. A partir de 1890, se produjo un crecimiento del socialismo español debido a la moderación de su actuación. Sin embargo, su expansión fue muy lenta.
5. EL AUGE DE LOS NACIONALISMOS Y REGIONALISMOS
La tendencia centralizadora y unificadora hizo que surgieran organizaciones contrarias.
El desarrollo industrial de Cataluña hizo que se abriera una brecha respecto al resto del país. Esto coincidíó con un Renacimiento de la cultura y la lengua catalana y la aparición de un movimiento conocido como la Renaixença. Asimismo, Almirall fundó el Centre Català, que pedía la autonomía de Cataluña. Destacaron la Uníón Catalanista y la Lliga Regionalista, fundada por Prat de la Riba y Cambó.
En el País Vasco la abolición de los fueros provocó una reacción en defensa de las instituciones suprimidas, de la lengua y la cultura. El nacionalismo se basó especialmente en la singularidad de la etnia vasca. La figura más destacada fue Sabino Arana que fundó el Partido Nacionalista Vasco. Este popularizó el nombre Euskadi, una bandera propia y un lema. Además, defendía la tradición y el catolicismo.
En Galicia, intentaron convertir la lengua gallega en una lengua literaria y surgíó el Rexurdimiento, donde destacaba Rosalía de Castro. Algunos afirmaron que la causa de la emigración de los gallegos era la subordinación política. Destacaron Brañas y Murguía que reclamaban una descentralización administrativa y el uso del gallego.
En Valencia, se reivindicó la lengua y la cultura propias y destacó Blasco Ibáñez. En Aragón, el aragonesismo, donde destacó Joaquín Costa, surgíó impulsado por la burguésía, que defendían la defensa del derecho civil, los valores culturales propios y la recuperación de sus instituciones medievales. En Andalucía, la influencia del republicanismo federal se mantuvo vigente y se aprobó el texto de la Constitución Federal Regional para Andalucía. En este destacó Blas Infante.