La España de los años cuarenta conocíó un gran retroceso económico a pesar de que se mantuvo neutral durante la Segunda Guerra Mundial y así originar un nuevo proceso de expansión e industrialización. La guerra y la posguerra impactaron negativamente en la demografía, ya que, entre muertos, presos y exiliados, el sector de los hombres jóvenes había disminuido. En cuanto a la evolución económica, se diferencian tres etapas: La primera, intervencionismo y autarquía. El Estado franquista quiso fijar precios, racionar el consumo y determinar los salarios. Uno de los aspectos más graves que adoptó fue el matiz autárquico. La autarquía(autoabastecimiento y control total de la economía) fue el modelo económico del régimen, reducíéndose al mínimo las importaciones y planificándose la actividad económica. En 1941, el Estado creó el INI(Instituto Nacional de Industria), que reactivó la industria y creó empresas estatales. Se impuso el racionamiento de alimentos, materias primas y recursos energéticos para la población.
Fueron unos años desoladores, en los que no se satisfacían las necesidades básicas de la población y se derrochaban recursos.
Entre 1945 y 1949 hubo una persistente sequía, debido a la insuficiente producción de cereales, aunque también influyó la incapacidad del régimen para producir maquinaria y la pésima gestión burocrática.A parte de esto, el franquismo suprimíó la reforma agraria republicana, algo que fue notable en Andalucía, donde se vivíó una contrarreforma agraria. La producción industrial no se recuperó hasta 1950. La escasez de tecnología y capitales dieron lugar a una red industrial obsoleta, que pasó a convertirse en un holding empresarial. El comercio exterior se redujo a la importaciÞon de alimentos a países que no participaron en el bloqueo, como Argentina. El comercio interior se vio alterado por la escasez de productos y la regulación de los precios. El desequilibrio entre precios y salarios fue el responsable de que la renta per cápita no se recuperase hasta 1953. En 1950,el fracaso de este modelo era evidente, debido a la mala gestión y a la difícil coyuntura internacional, lo que dio paso a la segunda etapa económica: El agotamiento de la autarquía(1950-1959). A principios de los años sesenta, la subida de precios, el racionamiento y el estraperlo(comercio ilegal de artículos intervenidos por el Estado) afectaron a la población. En 1951, el Gobierno ordena que aumenten las tarifas del transporte público, lo que dio paso a un boicot. En este mismo año, Franco cambió parte de su Gobierno, apareciendo así figuras procedentes de organizaciones católicas, como Joaquín Ruiz Giménez(ministro de Educación) y Alberto Martín.Artajo(ministro de Asuntos Exteriores). También estuvo presente en este Gobierno el almirante Luis Carrero Blanco, que tuvo un papel fundamental en la política. Gracias a los créditos aumentaron las importaciones. Se suprimieron en 1952 las cartillas de racionamiento, se liberalizaron los precios y la circulación de mercancías. Se amplió también el mercado exterior y se intentó reducir la inflación. La economía, gracias a esto, se reactivó en 1954. Sin embargo, en 1956 era imposible equilibrar la balanza comercial exportando productos agrarios y materias primas e importando bienes de equipo.
La tercera etapa fue conocida como el “milagro económico” español.Fueron unos años de desarrollo(1959-1973), enmarcados en una etapa de expansión económica global. En España se produjo un desarrollo precipitado y desequilibrado, conocido como desarrollismo, que propició la modernización social y la consolidación de la clase media.
En 1959, el Gobierno presentó un Plan de Estabilización para iniciar un cambio económico, en el que se redujo el intervencionismo estatal y el gasto público y se congelaron los salarios. Supuso un definitivo abandono de la autarquía. Los Planes de Desarrollo iniciados en 1963 establecieron una cierta planificación económica. Estos planes fueron producto de la confluencia de diversos factores:la liberalización de la economía, ya que el país se beneficiaba de la llegada de inversiones extranjeras;la emigración interior y exterior, sobre todo de población agraria y el espectacular desarrollo del turismo, que supuso la entrada de divisas y equilibró la balanza. Se aplicó un programa de planificación económica a través de planes de desarrollo, que fijaban las inversiones del Estado. El objetivo fue el fomento de la industria y la creación de polos de desarrollo de Burgos,Vigo,La Coruña, en los que se realizaron importantes inversiones en infraestructuras para la industria.
A finales de la década, el sector secundario tuvo un 37,3% de población activa trabajando en él. La industria metalúrgica, química y el sector energético se convirtieron en los motores del desarrollo. La industria química se diversificó, se instalaron refinerías de hidrocarburos y fábricas de productos farmaceúticos. El sector de la construcción crecíó a causa de la acelerada edificación en las ciudades y las costas españolas. Paralelamente a la expansión industrial, comenzó el turismo europeo masivo, con un fuerte impacto sobre la sociedad española, que impulsó la construcción y trajo gran cantidad de divisas que el régimen rentabilizó. La agricultura experimentó una transformación que supuso la liquidación de la estructura agraria tradicional. El Plan de Concentración Parcelaria(1952) pretendía paliar el minifundismo y aumentar los rendimientos mediante un programa de regadío.El Gobierno facilitó créditos y subvenciones para favorecer la mecanización. El desarrollo económico de los años sesenta tuvo un gran impacto en la estructura demográfica y social. La España rural dio paso a una España urbanizada. Culminó el proceso de transición demográfica, con un aumento de la natalidad y un descenso de la mortalidad, favoreciendo a un crecimiento de la población conocido como el boom de los sesenta. Lo más significativo fue el éxodo rural, que más de 6.000.000 de personas abandonaron en el campo, y es aquí cuando nacen las ciudades dormitorio.La especulación urbanística se disparó, las ciudades crecieron..Los cambios en el mercado laboral y mejoras en la educación y el consumo transformaron a las clases medias, que fueron un 55% de la población, aunque, a pesar de esto, había una gran desigualdad en la distribución de la riqueza.