Los procariontes son organismos unicelulares que pertenecen a los dominios Bacteria y Archaea.
Las células procariontes son mucho más pequeñas que los eucariontes, carecen de núcleo y organelos.
Todas las células procariontes están rodeadas por una pared celular.
Muchas también presentan una cápsula o capa viscosa hecha de polisacáridos.
Muchas también presentan una cápsula o capa viscosa hecha de polisacáridos.
Los procariontes con frecuencia tienen apéndices (protuberancias) en su superficie. Los flagelos y algunos pili se usan para la locomoción, las fimbrias ayudan a la célula a adherirse a las superficies y los pili sexuales se usa para el intercambio de ADN.
La mayoría de las células procariontes tienen un solo cromosoma circular. También pueden tener fragmentos de ADN circular más pequeños llamados plásmidos.
la estructura de una célula procarionte, empezando por la parte externa y movíéndonos hacia el interior de la misma.:
La cápsula
Muchos procariontes tienen una capa externa pegajosa llamada cápsula, hecha usualmente de polisacáridos (polímeros de azúcares).
La cápsula ayuda a los procariontes a adherirse unos a otros y a las varias superficies de su entorno, y también evita que la célula se seque. En el caso de los procariontes patógenos que han colonizado el cuerpo de un hospedero, la cápsula o capa viscosa las protege contra el sistema inmune de este.
La pared celular
Todas las células procariontes tienen una pared celular rígida, localizada por debajo de la cápsula (si esta última existe). Esta estructura mantiene la forma de la célula, protege su interior y evita que la célula reviente cuando absorbe agua.
La pared celular de la mayoría de las bacterias tiene peptidoglucano, un polímero de azúcares y polipéptidos. El petidoglucano es inusual porque no solo contiene L-aminoácidos, el tipo que normalmente se usa para hacer proteínas, sino también D-aminoácidos (imágenes “especulares” de los L-aminoácidos). Las paredes celulares de las arqueas no tienen peptidoglucano, pero algunas tienen una molécula parecida llamada pseudopeptidoglucano, mientras que otras están compuestas de proteínas y otros tipos de polímeros. Algunos de los antibióticos que se usan para tratar infecciones bacterianas en humanos y otros animales actúan afectando la pared celular bacteriana. Por ejemplo, algunos antibióticos contienen D-aminoácidos similares a los usados en la síntesis de peptidoglucano, y “engañan” a las enzimas que construyen la pared celular (pero sin afectar a las células humanas que no tienen una pared celular ni utilizan D-aminoácidos para producir polipéptidos)
La membrana plasmática
Por debajo de la pared celular se encuentra la membrana plasmática. Los componentes básicos de la membrana plasmática son los fosfolípidos, lípidos compuestos de una molécula de glicerol unida a una cabeza de fosfato hidrofílico (que atrae el agua) y a dos colas hidrofóbicas (que repelen el agua) de ácidos grasos. Los fosfolípidos de una membrana eucariota o bacteriana están organizados en dos capas, formando una estructura llamada bicapa de fosfolípidos. Las membranas plasmáticas de las arqueas tienen algunas propiedades únicas, diferentes de las de las bacterias y eucariontes. Por ejemplo, en algunas especies, las colas opuestas de los fosfolípidos están unidas en una sola estructura, formando una monocapa en lugar de una bicapa (como se muestra abajo). Esta modificación estabiliza la membrana a altas temperaturas, lo que permite a las arqueas vivir felizmente en el agua hirviendo de las fuentes termales.
Las células procariontes suelen tener apéndices (proyecciones de la superficie celular) que les permiten adherirse a las superficies, moverse o transferir ADN entre ellas.
Los filamentos delgados llamados fimbrias (singular fimbria), como los que se muestran en la imagen de abajo, se usan para la adhesión: ayudan a las células a pegarse a los objetos y superficies de su entorno. Los apéndices más largos, llamados pili (singular: pilus), son de diferentes tipos y tienen diversas funciones. Por ejemplo, los pili sexuales mantienen unidas a dos bacterias y permiten la transferencia de ADN entre ellas en un proceso conocido como conjugación. Otros tipos de pili bacterianos, denominados pili tipo IV, ayudan a que la bacteria se mueva en su medio ambiente
Sin embargo, los apéndices más comunes para la locomoción son los flagelos (singular: flagelo). Estas estructuras parecidas a una cola se mueven como hélices para impulsar a las células a través de ambientes acuosos.
La mayoría de los procariontes tiene un solo cromosoma circular y, por lo tanto, una sola copia de su material genético. En cambio los eucariontes, como los humanos, tienden a tener múltiples cromosomas en forma de bastón y dos copias de su material genético (en cromosomas homólogos). De igual manera, los genomas de los procariontes por lo general son mucho más pequeños que los de los eucariontes. Por ejemplo, el genoma de E. Coli es de menos de la mitad del tamaño del de la levadura (un sencillo eucarionte unicelular) ¡y casi 700700700 veces más pequeño que el genoma humano.
Por definición, los procariontes carecen de un núcleo delimitado por una membrana para guardar sus cromosomas. En cambio, el cromosoma procariota se encuentra en una zona del citoplasma llamada nucleoide. Además del cromosoma, muchos procariontes tienen plásmidos, pequeños anillos de ADN extracromosómico (“fuera del cromosoma”) de doble cadena. Los plásmidos tienen un número reducido de genes no esenciales, se copian de manera independiente al cromosoma celular y pueden ser transferidos a otros procariontes en una población, lo que permite la diseminación de genes que pueden ser beneficiosos para la supervivencia.
Por ejemplo, algunos plásmidos tienen genes que confieren resistencia a los antibióticos que se conocen como genes R. Cuando los plásmidos con genes R se intercambian en una población, pueden hacer que esta se vuelva rápidamente resistente a los antibióticos. Si bien esto es beneficioso para las bacterias, este proceso dificulta que los médicos puedan tratar infecciones bacterianas perjudiciales.