1. Romanticismo y Realismo.
Durante la primera mitad del Siglo XIX, conviven Neoclasicismo y Romanticismo, a pesar de ser este segundo movimiento completamente opuesto al primero. Ambos comparten el espíritu rebelde de la época pero parten de principios distintos. Mientras los neoclásicos se inspiran en el mundo clásico y quieren imponer la racionalidad de los ilustrados, los ROMánticos buscaron su inspiración en la Edad Media y defendieron el sentimiento individual y las pasiones del artista.
Romanticismo
Los artistas ROMánticos conceden una gran importancia al paisaje:Los ingleses, como Turner, representan una naturaleza tempestuosa de incendios y tormentas, en la que tiene mucha importancia los efectos de la luz. Ejemplos de ello son sus cuadros El naufragio (1805), Lluvia, vapor y velocidad (1844), El incendio de las Cámaras de los Lores y de los Comunes (1835) y El temerario remolcado a dique seco (1839). Los alemanes, como Friedrich, prefieren la quietud de cordilleras, lagos y acantilados contemplados por silenciosos espectadores. Ejemplos: Monje a la orilla del mar (1810), Caminante ante un mar de niebla (1818) y Dos hombres contemplando la luna (1819.
Realismo
Hacia 1850, aparece un nuevo movimiento, el Realismo. Reaccionan contra lo que consideran excesivo idealismo de neoclásicos y ROMánticos y optan por reproducir en sus obras la realidad cotidiana. Los realistas piensan que el arte no debe partir de la Historia sino de las transformaciones producidas por la ciencia y la industria, que están provocando la aparición de un mundo nuevo. En general, los artistas de esta tendencia son republicanos entregados a la defensa de la clase trabajadora. En Francia, aparecen una serie de artistas que identifican arte realista con arte social. El más importante de ellos es Gustave Courbet, procedente de una familia de revolucionarios y amigo de Proudhon, un destacado socialista de la época.
1. Arquitectura.
a. Historicismos.
Los arquitectos de la primera mitad del XIX pusieron de moda numerosos estilos del pasado (neobizantino, neorrománico, neogótico, neobarroco y diversos derivados del arte islámico). Pero ninguno logró imponerse a los demás. Los ingleses, que tenían una larga tradición gótica, resucitan este estilo en el Parlamento de Westminster (Londres). Por otra parte, y a partir de la influencia de sus colonias, construyen edificios, como el Pabellón del Príncipe de Gales, que siguen las pautas del arte islámico de la India. En Alemania y Francia también se vuelve la mirada al gótico. Restauran y completan catedrales medievales, e incluso construyen otras nuevas. En cambio, prefieren el neorrenacimiento y el neobarroco para las construcciones civiles. Esto explica la red de viviendas construida en el entorno de los Campos Elíseos de París. Los alemanes muestran un eclecticismo semejante, como puede observarse en los castillos construidos por Luis II de Baviera, que parecen sacados de los cuentos de hadas. En España, podemos observar diferencias entre unas regiones y otras: En Asturias, se recupera el neorrománico en la Colegiata de Covadonga. En Cataluña, la Universidad de Barcelona se hará en estilo neogótico. Sólo hay un estilo del que podemos encontrar ejemplos en diversas regiones, sobre todo en plazas de toros y estaciones de ferrocarril: el neomudéjar. En ninguno de estos edificios faltan el ladrillo como material de construcción, y decorados a base de paños de sebka y arcos califales. Buenos ejemplos son la Plaza de las Ventas de Madrid, la estación de Toledo, el edificio de Correos de Zaragoza y el Gran Teatro Falla de Cádiz.
c. El Modernismo.
Una nueva forma de decorar surgíó en Europa entre 1890 y 1910. Recibirá distintos nombres: Art Nouveau (Francia y Bélgica), Liberty (Inglaterra), Jugendstil (Alemania), Sezession (Austria), Floreale (Italia) y Modernismo (España).
Su carácterística dominante fue la línea sinuosa, basada en los tallos vegetales, en las elegantes curvas de los cuellos de los cisnes y en las melenas rizadas de las mujeres.
Las manifestaciones más notorias de esta corriente se dieron en las artes aplicadas (tejidos, vidrieras, carteles publicitarios, cerámicas y muebles). Pero fueron los arquitectos los que la elevaron a la categoría de arte, al llenar de curvas tanto los muros exteriores como el interior de los edificios.
El belga Víctor Horta presenta, en la Casa Tassel de Bruselas, las claves de su estilo: volúMenes curvos; hierro en soportes, barandas de escalera y balcones; y una distribución interior de la que han desaparecido los pasillos y las habitaciones en fila.
Horta diseña también edificios públicos, como la sede en Bruselas del Partido Socialista Belga, la Casa del Pueblo. Una construcción de cinco pisos, con planta irregular y provista de almacenes, salas de reuníón y un teatro para 1500 espectadores.
El catalán Antonio Gaudí está considerado como la mente más creativa de toda la arquitectura contemporánea. Fue un artista total que se ocupó de la organización urbanística, la construcción de edificios y los muebles y objetos que debían decorarlos.
Hombre muy religioso, llegó a considerar la profesión como una especie misión apostólica que debía cumplir a cualquier precio. Quizás en recompensa, los obispos catalanes iniciaron el proceso para su beatificación en 1989.
Sus primeros trabajos fueron de tipo historicista. El orientalismo domina en El capricho (18831885), la villa que le encarga Máximo Díaz de Quijano en Comillas. Y de estilo neogótico es el Palacio Episcopal de Astorga (1887).
El éxito de estas construcciones lleva a que el empresario textil Eusebio Güell, que se convertirá en su gran cliente, le haga diversos encargos:
Su finca de recreo en el barrio de las Corts.
Su palacio urbano en el corazón de las Ramblas.
Una cripta para los oficios religiosos en la colonia obrera de Santa Coloma de Cervelló, donde vivían los trabajadores de su fábrica.
Una ciudad-jardín en la Muntanya Pelada, que ha recibido el nombre de Parque Güell (1900-1914)
En la cripta y en el Parque Güell, se encuentran todas las claves de su estilo:
La inspiración en la naturaleza: geología, botánica y zoología.
La audacia de sus arcos parabólicos y columnas inclinadas.
El empleo de materiales tradicionales como la piedra, el ladrillo y los fragmentos de cerámica integrados en la masa de cemento.
El hierro y el cristal solo se utilizan como elementos decorativos.
Ya en el Siglo XX, construye Gaudí dos obras asombrosas en el Paseo de Gracia de Barcelona, que rompen con el esquema tradicional de la vivienda de pisos:
La Casa Batlló, que recuerda la estructura ósea de un dinosaurio.
La Casa Milá, conocida como La Pedrera por simular un escarpado muro de cuevas que parece una gigantesca escultura coronada de chimeneas que parecen de gelatina.
Pero su gran proyecto quedaría sin terminar: el templo de la Sagrada Familia, una catedral fantástica que debía convertirse en el símbolo de la cosmopolita y pujante ciudad de Barcelona.