1.1. ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA FILOSOFÍA
La palabra filosofía viene del griego: “philos”, que siginifica amigo o amante y “sophia”, que significa sabiduría. Por lo tanto, el filósofo o la filósofá son, literalmente, amantes de la sabiduría. La filosofía aparece en Grecia en el siglo VI a. C, donde por primera vez el ser humano empieza a intentar entender el mundo y a sí mismo desde una perspectiva racional, justificable y demostrable.
Se atribuye a Pitágoras de Samos el haber sido el primero en emplear el término “filósofo”. A diferencia de los atletas, que buscan la fama y la gloria, o los comerciantes, que van allí movidos por el lucro, nos encontramos con aquellos otros, los espectadores, que acuden a los juegos simplemente para contemplar, deseosos de conocer y entender cuanto tiene lugar en la arena.
Siglo y medio después, Sócrates y su discípulo Platón utilizarán la palabra “filósofo” para contraponerla a la de sofista o sabio. Según ellos, la verdadera actitud del filósofo o filósofá no es la de quien se cree en posesión de la verdad absoluta, quien ya lo sabe todo o lo ha visto todo y por lo tanto se tiene a sí mismo por sabio. Al contrario, el verdadero amante del saber se da cuenta de que sólo puede ofrecer un fundamento racional de algunas de sus opiniones y que por lo tanto en realidad sabe muy poco. Así Sócrates solía decir: “sólo sé que no sé nada”.
1.2. LOS DOS SENTIDOS DE LA PALABRA FILOSOFÍA
Para aclarar lo que es la filosofía conviene señalar que esta palabra se puede utilizar en dos sentidos diferentes. Por una parte la filosofía es una disciplina académica, pero por otra es una actividad de indagación muy particular.
Como disciplina académica, la filosofía es un cuerpo de conocimientos.
En este sentido la filosofía incluye las teorías y sistemas elaborados por diversos pensadores a lo largo del tiempo. Este es el significado que tiene la palabra cuando decimos que alguien estudia filosofía en la universidad. Sin embargo, el sentido originario de la palabra filosofía no se refería a una asignatura o disciplina, sino más bien a una actividad.
Como actividad, la filosofía consiste en tratar de buscar respuestas racionales para las grandes preguntas que todos nos hacemos.
Este es el sentido etimológico de la expresión amor a la sabiduría, que recoge el deseo de encontrar explicaciones últimas a nuestros grandes interrogantes.
El filósofo griego Aristóteles, reflexionando sobre el origen del pensamiento racional, afirmó que la filosofía empieza con el asombro. Esto se debe a que la filosofía nos hace reflexionar sobre cuestiones que habitualmente nos parecen ordinarias o evidentes.
Lo importante en la filosofía consiste en plantearse preguntas e intentar contestarlas de manera racional. A menudo, las respuestas que se han dado no han resultado satisfactorias, duraderas o convincentes. Sin embargo lo verdaderamente valioso de la filosofía es la actitud de indagación y la búsqueda racional de respuestas. Por eso la filosofía no puede ofrecernos un catálogo de soluciones, sino más bien una búsqueda incesante que nos obliga a pensar por nosotros mismos.
La actitud filosófica supone también cuestionarse la validez de lo que solemos dar por sentado de forma habitual. Gran parte de nuestra vida, incluyendo muchas acciones, opiniones e ideas, está basada en nuestras costumbres y tradiciones, modeladas por la sociedad.
La filosofía nos invita a pensar sobre estas cuestiones: ¿Debemos obedecer siempre a los que mandan? ¿Puede haber normas que sean válidas para todo el mundo? ¿Debemos decir siempre la verdad? ¿Está justificado en algún caso recurrir a la violencia? ¿Somos verdaderamente libres de hacer lo que queramos? ¿Existe Dios? ¿Es posible distinguir lo verdadero de lo falso? ¿Tiene mi vida algún sentido? ¿Qué debería hacer en la vida?
1.3. UNA ACTIVIDAD RACIONAL, UNIVERSAL Y PROFANA
Pero no siempre que nos planteamos alguna pregunta estamos haciendo filosofía, puesto que el cuestionamiento filosófico busca un tipo de respuestas muy especiales.
Las respuestas filosóficas aspiran a ser racionales, universales y profanas.
La filosofía busca respuestas racionales porque rechaza las explicaciones basadas en los mitos o en la tradición. Cuando filosofamos pretendemos encontrar explicaciones argumentadas, con las que podamos justificar adecuadamente nuestras respuestas. Trata de convencer contrastando argumentos y no contando historias ni compartiendo emociones.
La filosofía persigue respuestas universales. Es un saber universal en lo referido a su objeto y a su alcance. En cuanto a la universalidad de su objeto, la filosofía aspira a explicarnos la totalidad de las facetas en la que se nos muestra lo real: metafísicas, gnoseológicas, antropológicas, estéticas, éticas y políticas. En cuanto a la universalidad de su alcance, la razón filosófica es de todos, aspira a la validez para todos una vez ha oído sus argumentos. La filosofía no se circunscribe a una comunidad determinada.
La filosofía busca respuestas desde la perspectiva de lo inmanente (trascendente: que está más allá de este mundo, en otra realidad diferente de la que vemos y percibimos ordinariamente; inmanente: que está en este mundo, dentro de la realidad ordinaria). Es un saber profano, la reflexión filosófica se pregunta por lo sagrado para explicarlo y no para reverenciarlo.
2. EL ORIGEN DE LA FILOSOFÍA: EL PASO DEL MITO AL LOGOS
En un principio el ser humano, debido a su naturaleza curiosa e inteligente, intenta encontrar respuestas a los interrogantes planteados a lo largo de su vida, entre los que destacan las cuestiones referidas al inicio del universo y la razón de su existencia. Por eso se intenta, desde un buen principio, llegar a resolver estas cuestiones que siempre han fascinado a la humanidad.
El ser humano por razones psicológicas necesita darse una respuesta a la vez que se formula una pregunta, aunque no tenga suficientes datos para resolverla, o bien esta pregunta no tenga una respuesta clara, y, por ello, las primeras respuestas que se darán a los problemas sobre el origen del universo serán respuestas muy alejadas de la lógica propia del razonamiento científico, en las que intervendrán los dioses y las fuerzas de la naturaleza para dar explicación a la existencia de la universo y su origen.
Estas historias son llamadas Mitos y durante mucho tiempo han sido el centro del razonamiento sobre la estructura del mundo que nos rodea. En la Grecia Antigua del siglo VII a C, se dieron una serie de circunstancias históricas y geográficas que determinaron la posibilidad de cambiar la forma de responder a los grandes interrogantes fundamentales:
Grecia era un pueblo de comerciantes, lo que posibilitaba el contacto con otros pueblos y culturas, y, por tanto con otros mitos, lo que posibilitó contemplar el hecho mítico con ojos más relativistas. La estructura política de Grecia (pequeñas ciudades-estado) posibilitaba que en algunas de estas ciudades-estado apareciera una cierta libertad de pensamiento que permitíó poner en duda el pensamiento anteriormente aceptado sin el miedo a una persecución por estas ideas nuevas. La aparición de clases sociales acomodadas económicamente y ociosas que no necesitaban trabajar para poder vivir, lo que permitía la reflexión pura.
Estas razones, entre otras, posibilitaron el nacimiento de un pensamiento más libre en la Grecia de los siglos VII-VI a C, y que tuviera como fundamento básico la razón, y no una serie de respuestas míticas sin trasfondo racional. Este proceso es conocido con el nombre de El paso del Mito al Logos.
3. LA DIVISIÓN DE LA FILOSOFÍA
Estas son las principales ramas de la filosofía: Metafísica: Etimológicamente significa ‘más allá (meta) de la física’ y designa la parte de la filosofía que se ocupa del ser o la existencia, es decir, de las propiedades de todo lo que existe o es con independencia de lo que sea. Esta rama de la filosofía es de las más antiguas y, para muchos, es la carácterística de la actividad filosófica. Lógica: Recibe el nombre del término griego logos, ‘razón’, ‘palabra’, y se ocupa de los razonamientos expresados lingüísticamente. Estudia su estructura, su forma y su corrección, y establece cuándo un razonamiento está bien construido y podemos, por tanto, estar seguros de la validez de su conclusión. Epistemología: también se conoce como teoría del conocimiento y se ocupa de cuestiones como: qué es el conocimiento, tipos y formas de conocimiento, la ciencia, los límites de lo que podemos conocer… Esta rama de la filosofía es una de las que goza de mayor popularidad actualmente. Ética: esta rama filosófica tiene como objeto de estudio los códigos morales; así, analiza nuestras normas morales, su fundamentación, su validez, su universalidad… Es otra de las ramas clásicas de la filosofía y aquella que puede ayudarnos a llevar una buena vida.
Filosofía política: La filosofía política es una rama de la filosofía que estudia cuestiones fundamentales acerca del gobierno, la política, la libertad, la igualdad, la justicia, la propiedad, los derechos y la aplicación de un código legal por la autoridad; qué hace a un gobierno legítimo, qué derechos y libertades debe proteger y por qué, qué forma debe adoptar y por qué, qué obligaciones tienen los ciudadanos para con un gobierno legítimo (si acaso alguna), y cuándo pueden derrocarlo legítimamente (si alguna vez).
5. LA DIFERENCIA ENTRE FILOSOFÍA Y OTRAS FORMAS DE SABER
FILOSOFÍA Y CIENCIA
Tales de Mileto 630-546 a. C.), al que hemos considerado el primer filósofo, es también el primer astrónomo y matemático; es decir el primer científico. El caso de Tales no es excepcional. Actualmente consideraríamos que Pitágoras, Aristóteles o Descartes eran científicos además de filósofos.
Durante muchos siglos no hubo distinción entre la actividad filosófica y la actividad científica pues en ambos casos: Son saberes racionales y sistemáticos, que pretenden hallar verdades universales sobre el mundo. Comparten el mismo objeto de estudio. Se plantean preguntas similares: ¿Cuál es el origen del universo? ¿Y su constitución? ¿Cómo surgíó la vida? ¿Por qué somos como somos? ¿Dónde está el límite de lo que podemos conocer?
Sin embargo, a partir del Siglo XVI y del nacimiento de la ciencia moderna, se produce un gradual alejamiento entre filosofía y ciencia, puesto que las ciencias experimentales incorporan el lenguaje matemático y deben ser comprobables mediante la experiencia para ser aceptadas como válidas.
El método científico se basa, pues, en la experiencia, que sirve para comprobar si nuestras suposiciones acerca de la realidad son ciertas o falsas. Aplicando la experimentación, los científicos, son capaces de establecer las leyes matemáticas que gobiernan el comportamiento de la naturaleza.
FILOSOFÍA Y RELIGIÓN
La relación entre filosofía y religión ha vivido sus altibajos: momentos de profunda conexión y momentos de distanciamiento; pero a pesar de ello, lo que es indudable es que entre ellas se dan numerosas coincidencias y divergencias.
Por un lado, Hay que tener en cuenta que ambas comparten inquietudes y problemas: el sentido de la existencia, la trascendencia del ser humano, la existencia de Dios… Asimismo pretenden enseñarnos a llevar una buena vida, por lo que nos ofrecen preceptos o normas de cómo hemos de actuar.
Por otro lado, la filosofía constituye como hemos visto, una forma de saber crítica y racional que, a menudo, comporta incertidumbre y duda. La religión, en cambio, es una forma de saber basada en la fe y la creencia en las verdades reveladas.