5.A. La novela de posguerra (hasta los años cincuenta incluidos)
La primeros novelistas de posguerra vivieron la guerra como adultos y no se manifiestan deforma solidaria y homogénea sino, más bien, con una cierta independencia.Por un lado, la novela se desarrolló desde la perspectiva ideológica del bando vencedor, centrándose en la descripción costumbrista y realista de los ambientes de la burguésía, especialmente catalana, como “la saga de los Rius” (título sobre con el que TVE llevó a la pequeña pantalla todos los libros) de Ignacio Agustí o la tetralogía de José Mª. Gironella sobre la guerra y posguerra que comenzócon Los cipreses creen en Dios. También se practicó una novela humorística, enraizada en lasvanguardias anteriores a la guerra, como El bosque animado de Wenceslao Fernández Flórez. Este discutido páramo cultural de la posguerra quedó sacudido en 1942 por La familia dePascual Duarte de Camilo José Cela, con un tremendismo que se anclaba en la picaresca y elnaturalismo decimonónico, con las memorias desde la cárcel de un condenadado a garrote vil. Contodo abríó camino para una novela de planteamientos existencialistas. Sus temas podrían reducirse ados: la incertidumbre de los destinos humanos y la ausencia o dificultad de comunicación personal.Destacan Nada, de Carmen Laforet, que nos narra en primera persona las impresiones de Andrea,estudiante del primer año de Letras en la Universidad de Barcelona, y La sombra del ciprés esalargada, de Miguel Delibes, en donde se nos presenta la vida de Pedro, que cae en una profunda crisis que acaba superando gracias a la fe. Peor suerte corríó Javier Mariño, de Gonzalo TorrenteBallester, que fue retirada de las librerías por la censura al mes de su publicación. Generalmente sonrelatos de de tono negativo, con una notable reducción de espacio y tiempo y el predominio de laprimera persona y del monólogo.La colmena,
de Cela, (publicada en 1951 en Buenos Aires a causa de su prohibición enEspaña) abre el camino a la novela social de los años cincuenta, a la que se sumará también MiguelDelibes con Las ratas. A través de la primera, se muestran las miserias de la ciudad de Madrid (comoluego hará Luis Romero con La noria para Barcelona) mientras que la segunda presenta el desoladopanorama del ambiente rural castellano, en el que sobresale la figura desconcertante del Nini.Para los nuevos cultivadores de esta novela social, se acuñó la denominación de “Novelistasdel medio siglo” , “de los 50” o “Niños de la guerra”. Fueron educados en una España monocroma yuniforme. Pero mantienen lazos de amistad y son militantes o simpatizantes de partidos de izquierdas.Coinciden en un acercamiento a los temas que preocupaban a la sociedad española contemporánea: laoposición entre el mundo rural y urbano, la emigración, el enfrentamiento larvado entre la clasetrabajadora y la burguésía, etc…Su postura estética tiende a la objetividad, alejándose en cualquiercaso, de todo preciosismo esteticista. Se dividen en dos grandes tendencias: el Realismo objetivista,(próximo al noveau Román francés) con un mayor equilibrio entre lo literario y lo social , y el realismocrítico, cercano al neorrealismo italiano, con un compromiso político claro. Del primero destacaremosEl Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, que refleja la forma de hablar de la juventud madrileña de loscincuenta y Entre visillos de Carmen Martín Gaite, que denuncia la situación de la mujer en lasciudades provincianas. Del segundo, Dos días de Septiembre de José Manuel Caballero Bonald se fijaen los jornaleros y terratenientes andaluces, al igual que La zanja de Alfonso Grosso. Jesús LópezPacheco en Central eléctrica muestra las contradicciones del progreso técnico con el mundo rural, losobreros y los técnicos, la desigualdad entre las clases sociales. Antonio Ferres continúa
el género conLa piqueta en que unos emigrantes jienenses malviven en una chabola de Madrid. El agotamiento de la novela social vino fundamentalmente por el descuido de los valoresliterarios frente a los sociales (“novela de la berza” se llamó despreciativamente).5.A.
La novela de los años sesenta y setenta.Tiempo de silencio de Luis Martín Santos en 1962 da paso al experimentalismo y la renovaciónformal de la novela, que ya se había producido antes en Europa y Norteamérica (Proust, Kafka, Joyce,Faulkner, Dos Passos) e Hispanoamérica (Realismo mágico). Esta renovación afecta a toda laconcepción de la novela y pretende reflejar la nueva realidad del mundo actual, si bien temáticamenteno se deja el contenido social. A ella se sumarán los autores de las generaciones anteriores. Así Cincohoras con Mario, de Delibes, un largo monólogo interior a cargo de Carmen que vela el cadáver de sumarido. O San Camilo, 1936, de Cela, donde un hombre ante un espejo, en un monólogo interiorlibre, a modo de “collage”, narra los sucesos de esos días. Gonzalo Torrente Ballester en Lasaga/fuga de J.B. Parodia incluso las técnicas experimentales de estos años. La gran aportación de Juan Goytisolo será la “trilogía de Mendiola”, encabezada por Señas deidentidad y cerrada con Juan sin tierra, con un final en caracteres árabes que para un lector árabesería el principio. Juan Benet en Volverás a Regíón y Una meditación (escrita originalmente en unrollo de papel continuo) relata la degradación de un espacio mítico- imaginario de España. Juan Marséen Últimas tardes con Teresa, de menor complejidad técnica que las anteriores, cuenta la relaciónamorosa entre dos personajes de distinta condición.Con el proceso democrático iniciado en 1975 se abre el panorama de la novela de tal maneraque es prácticamente imposible destacar algunas tendencias generales. Agotada, por exceso, laexperimentación, una gran parte
de los autores vuelven a la narración tradicional.
Es representativa Laverdad sobre el caso Savolta, publicada meses antes de morir Franco, de Eduardo Mendoza: parte demúltiples líneas narrativas para llegar al final a un narrador omnisciente tradicional, mezclando larecreación histórica con la intriga policíaca. Surgen nuevos subgéneros con la finalidad de ampliar el panorama literario. Las leyes delmercado imponen su peso a la literatura: la novela se convierte en un objeto de consumo más, conexcesivas obras y escasa calidad. Los novelistas se hacen presentes en múltiples medios, concolaboraciones en prensa o escarceos en la literatura infantil y juvenil.En los últimos tiempos se está imponiendo la novela negra y la novela histórica. Destacaremosa Manuel Vázquez Montalbán con la creación del detective barcelonés Pepe Carvalho, y a JuanMadrid, con el Comisario Flores. Mendoza crea un singular, y divertido, detective psicópata en Elmisterio de la cripta embrujada y El laberinto de las aceitunas. Antonio Muñoz Molina tambiénrecurre a la novela negra en Beltenebros y Plenilunio. En la novela histórica Arturo Pérez Reverté seha convertido en todo un fenómeno medíático con El Capitán Alatriste. Es destacable la labor de Javier Marías, con Corazón tan blanco y Mañana en la batallapiensa en mí, de amplia difusión internacional. Es asiduo colaborador en prensa, como Juan JoséMillás o Juan Manuel de Prada. Luis Landero tiene una producción tardía pero destacable. Finalmente destacaríamos la cada vez mayor presencia femenina en la novela. AlmudenaGrandes levantó gran revuelo al ganar el premio “Sonrisa vertical” (ya desaparecido) con Las edadesde Lulú, pero además se muestra como una de las voces más personales Los aires difíciles. Junto aella, podríamos citar a Soledad Puértolas, Rosa Montero, e incluso autoras de las generacionesanteriores que han recobrado nuevos ímpetus narrativos, como Ana María Matute: Olvidado rey Gurú.