La escuela veneciana
Tiziano Florencia y Venecia representan tendencias pictóricas opuestas. Florencia es la capital cerebral del dibujo y Venecia la cuidad sensorial del color. Tiziano será el maestro de la escuela veneciana, envolviendo sus obras con tonalidades calientes, cortadas por blancos y azules intensos. En 1516 es nombrado pintor oficial de la República. Retrata a los Dogos e interviene en los programas iconograficos que exaltan la imagen de la cuidad. Su primera obra maestra es la Asunción de la Virgen, en la que dota a las figuras de un clasicismo colosal, fragmentando la composición en tres pisos y envolviendo a María en una nube dorada. En 1526 realiza el Retablo
Pesaro, donde rompe la simetría frontal al introducir un punto de vista lateral. El retrato que hace de Carlos V en Bolonia iniciaba una larga colaboración artística al servicio de la monarquía española. Tiziano sabe como nadie dotar al personaje de una gallardía triunfal. En el retrato ecuestre de Carlos V en MÜhlberg representa el mito del poder, manteniendo esta caga heroica en la serie que dedica a Felipe II. Está dominado por el rojo y revela los sentimientos de los tres personajes que participan en el debate: el afán de poder del pontífice, el servilismo de Octavio y la contención de Alejandro.
Pesaro, donde rompe la simetría frontal al introducir un punto de vista lateral. El retrato que hace de Carlos V en Bolonia iniciaba una larga colaboración artística al servicio de la monarquía española. Tiziano sabe como nadie dotar al personaje de una gallardía triunfal. En el retrato ecuestre de Carlos V en MÜhlberg representa el mito del poder, manteniendo esta caga heroica en la serie que dedica a Felipe II. Está dominado por el rojo y revela los sentimientos de los tres personajes que participan en el debate: el afán de poder del pontífice, el servilismo de Octavio y la contención de Alejandro.
Renacimiento en España
Arquitectura: del plateresco al escorialAl comienzo del s XVI empiezan a introducirse las formulas renacentistas en España. La arquitectura de este siglo se divide en 3 etapas: plateresca, romanista y purista.
El plateresco es un término referido a la semejanza existente entre la decoración de los edificios hispalenses y la labor de los orfebres. Usa paneles de grutescos sin tener en cuenta la estructura del inmueble. EJ: portada de la catedral de Salamanca y el ayunt. De Sevilla. El romanismo supone ya la correcta asimilación de proporciones clásicas y la cristianización del grutesco. El introductor de esta corr va a ser Diego de Siloé, al cual pusieron al frente de las obras de la catedral, proyectando una rotonda con deambulatorio en la cabecera y una basílica de cinco naves escalonadas en el cuerpo.
La utilización de Siloé de un martyrium en la cabecera de la catedral de Granada respondía a dos razones: servir de panteón a Carlos V y halagar al Cabildo. Siloé prescinde del retablo mayor y lo sustituye por un altar. En los soportes de las naves ofrece otra importante solución: estos pilares de proporciones virtuvianas llevan sobre el capitel un tramo de entablamento y encima otros pilares de menores proporciones para elevar su altura. El purismo consiste en aplicar la perspectiva clásica, despojándola de adornos. Está representado por dos monumentos: el palacio de Carlos V y el monasterio de San Lorenzo.
La escultura: los primeros imagineros
El imaginero debía priorizar en sus obras la belleza del alma sobre la corporal, labrando figuras de profunda espiritualidad. Dos maestros educados en Italia (Berruguete y Juñí) van a conducir la escultura española del s XVI por la senda del expresionismo. Berruguete es el gran intérprete del “manierismo del alargamiento”, heredado de Donatello y del mundo florentino; sus imágenes son estilizadas y secas. Juñí, en cambio, se muestra partidario del “manierismo de la cuadratura”, tallando personajes anchos y musculosos inspirados en Miguel Ángel. Estas diferencias se unifican al animar la pasión interior de sus santos. Al material al que sacaron mas partido fue la madera, encarnada con tonos pulimentados y brillantemente estofada sobre fondos cuajados de oro.
ALONSO BERRUGUETE
La hidalguía, el talento y la pasión por el arte italiano los hereda de su padre, el pintor Pedro Berruguete, que había trabajado al servicio de Federico de Montefeltro en Urbino. AB se formó en Italia, donde conoció a los grandes artistas del momento. Fues discípulo de Miguel Ángel. En 1518, se encuentra ya en España con la acreditación de “pintor del rey”. Le encargan que realice unos retablos, entre los que se encuentra el del convento de San Benito. Como escultor trabaja todos los materiales. Sus obras se caracterizan porque sus figuras son muy alargadas. La altura de un cuerpo en sus retablos es de 10 o más cabezas. Otra característica es el movimiento complejo con que las representa (composición compleja y canon alargado).
Juan DE Juñí
Aglutina tres sensibilidades en su estilo: española, francesa e italiana. De Borgoña capta el dinamismo de los paños y toma prestada la composición iconografica que lo hizo celebre: el entierro de Cristo. En España se acomoda al brío fogoso de la religiosidad castellana. Las aportaciones de Juñí se extienden también al campo del retablo. En 1545 contrata el de la parroquia de Santa María de la Antigua, donde renuncia a la tradición plateresca. A esta obra monumental le siguen el retablo principal de la catedral Soriana de Burgo de Osma y el de la capilla privada de los Benavente. En torno a 1567 debíó de labrar la conmovedora Dolorosa, que se convertirá en el prototipo de las vírgenes procesionales del Barroco y resume al apaciguamiento que sufrió el estilo de Juñí al final de su vida.
La pintura: el Greco
Su primera formación la recibe en Creta, especializándose en iconos religiosos con fondos dorados. Acude a Toledo para pintar los retablos de Santo Domingo el Antiguo. Aprovechando su residencia en la cuidad, el Cabildo de la Catedral le encarga El expolio de Cristo, con destino al vestuario de canónigos. Constituye una ruptura con la escuela pictórica local por el uso que hace del color y del dibujo. Felipe II le encarga la pintura del Martirio de San Mauricio y la legión tebana. Tardó dos años en realizarlo, pero la obra desagradó al rey.El Greco había violado la regla de oro de la estética contrarreformista: otorgar primacía al estilo sobre la iconografía, en vez de subordinar el arte a la temática religiosa. Poco después realizaría la obra cumbre de su catalogo y de la pintura española del Siglo XVI: El entierro del Sr. De Orgaz, inspirado en una piadosa leyenda medieval. Esta pieza maestra consolidó el prestigio del Greco en Toledo e inauguro una nueva etapa en su estilo. El color se va apagando, las figuras acentúan su expresividad. Las obras que pinta abarcan tres frentes: retablos y series devotas para establecimientos religiosos, retratos psicológicos de la aristocracia local y paisajes de la cuidad de Toledo. Así, fallecíó a los 73 años con la admiración de muchos, la crítica de unos pocos y la indiferencia de nadie.