En cuantas partes se divide la obra de Don Quijote

NARRADORES Y PERSPECTIVAS

El manejo de la perspectiva es un aspecto relevante de la obra y un rasgo que le confiere una modernidad sin precedentes al relato. No hay, pues, punto de vista único:

1. Cervantes, archivero

Hasta la aventura del vizcaíno (cap. VIII, I parte)
, nos encontramos con un narrador omnisciente, que conoce todos los entresijos de la historia.
Este narrador extrae los datos de diversas crónicas, aunque a veces los presenta de forma inexacta y nebulosa, comenzando por el propio nombre del protagonista y su lugar de origen (“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…”), hecho que demuestra su intención ficcional dentro de lo verosímil.

2. Cervantes, traductor o editor del manuscrito encontrado de Cide Hamete Benengeli

El corte brusco que se produce en el capítulo lX (I) introduce una nueva perspectiva. A partir de ahora, el Quijote se ofrece regularmente como una traducción, por un sabio morisco bilingüe, de la Historia escrita en árabe por un tal Cide (‘Señor’) Hamete (‘Señor’) Benengeli (derivado de ‘Berenjena’), de acuerdo con el tradicional expediente de presentar un relato más o menos ficticio como copia o versión de un manuscrito hasta entonces inédito y a menudo (sobre todo en los libros de caballerías) compuesto en una lengua exótica. En conclusión, Cervantes, el narrador que empezaba el relato con un “no quiero acordarme” y continuaba investigando los “anales de la Mancha” y ponderando las discrepancias entre “los autores que de este caso escriben”, se descubre ahora como una especie de editor y comentarista. Es un recurso más de Cervantes para parodiar las técnicas de los libros de caballerías. Aprovechando el tópico de la novela de caballerías —muchas de ellas supuestos manuscritos encontrados en sitios exóticos-, Cervantes hizo de Cide un dispositivo que introducía la ambigüedad y el juego como rasgos centrales de la estructura narrativa. El Cervantes archivero de los primeros capítulos pasa a puro traductor o a editor de una traducción de Cide Hamete, es decir, a editor de una creación literaria y no de una historia real. En efecto, la interposición de esta figura le permite distanciarse del relato y aportar comentarios, entre humorísticos y escépticos, que, de ser él mismo el cronista, no habrían tenido cabida. Este nuevo grado de ficción está justificado por el tono paródico de la obra, resultando así una parodia, no del contenido de los libros de caballerías, sino de la estructura en la que se presentan.

3. La historia de Don Quijote dada a la imprenta. Metanovela: un juego de dentro y fuera, ficción y realidad en la obra.

La II parte de la obra (l6l5) abre una nueva perspectiva. La historia de Cide Hamete Benengeli, ya dada a la imprenta, es conocida por los personajes que ahora intervienen, que opinan acerca de los descuidos e inexactitudes del cronista y conocen perfectamente las andanzas y comportamientos de Don Quijote y Sancho, como si tuviesen vidas autónomas independientes del relato en el que han nacido y en el cual viven.

Los comentarios de los personajes de esta II parte sobre las actitudes y hechos narrados en la I parte provocará la desilusión del protagonista (Don Quijote) y una actitud que abandona el idealismo de la I parte para adquirir un tinte realista y, por tanto, frustrante. En definitiva, la historia cuenta con varios narradores: uno previo a Benengeli para los primeros capítulos; el misterioso Cide Hamete Benengeli, que se nos descubre en el capítulo IX y que escribe la historia del héroe a modo de libro de caballerías y a quien nunca leemos directamente, pues su manuscrito original está en árabe y, por lo tanto, existe un traductor aljamiado que la pasa al castellano, y un narrador anónimo, que habla a veces en lª persona pero más frecuentemente desde la 3ª, propia de los narradores omniscientes, y que es supuestamente el traductor de la obra árabe al castellano y también editor y comentador del manuscrito encontrado. Esta es la estructura de caja China (historias dentro de historias) que Cervantes inventa para jugar con las perspectivas narrativas, parodiar un recurso literario de las novelas de caballerías y distanciarse del relato.


LAS NOVELAS DE CABALLERÍAS Y LA INTENCIÓN DE Cervantes


‘La intención de Cervantes parece clara: ridiculizar un género en boga en su época, la novela caballeresca o libros de caballerías. De hecho, él mismo confiesa la poca estima que le merecía este tipo de literatura en las últimas palabras con las que da fin la obra: “pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que por las de mi verdadero don
Quijote van ya tropezando y han de caer del todo sin duda alguna”. En el prólogo de la I parte también introducirá un juicio de valor parecido: “llevadla mira puesta a derribar la máquina mal fundada de estos caballerescos libros“.

‘La invectiva contra los libros de caballerías que establece Cervantes coincide plenamente con el reproche que los moralistas predicadores y preceptistas literarios (= críticos) hacían a este tipo de literatura, por considerar que alentaba contra varios principios:

-morales, porque enseñaban “obscenidades”

-lógicas, porque sólo describían absurdos y disparates alejados de la realidad

-estilísticas, porque estaban pésimamente escritos.

‘No obstante, como ha advertido Martín de Riquer, la obra no es una sátira contra los ideales caballerescos, que Cervantes pondera a través de Don Quijote (libertad, la justicia, el amor ideal) aungue entiende que se han quedado obsoletos en su época, sino una parodia de los motivos caballerescos que son:

I . Su amor por una dama de belleza sin par, pues Dulcinea del Toboso es una simple aldeana de la Mancha.

2. La elección de un escudero fiel, dado que Sancho Panza confiesa desde el principio que lo mueve un interés material: ser gobernador de una ínsula.

3. El ritual de investidura, que Cervantes recrea como una parodia de lo que debíó ser en la realidad

4. Los combates con enemigos desconocidos, pues en nuestra obra son siempre ficciones o seres proyectados por la imaginación de Don Quijote.

S. Las maquinaciones y encantamientos urdidos por encantadores malintencionados, que en nuestra obra no dejan de ser una pura invención de Don Quijote para justificar el enfrentamiento entre su ficción y la realidad. Ejemplo: el episodio del yelmo de Mambrino y el de los molinos de viento.

Agrupando estos motivos, se puede decir que Cervantes parodia el género de los libros de caballerías fundamentalmente a través de la ridiculización de: 

1.El estilo o lenguaje arcaizante de Don Quijote propio de otra época y que nadie entiende

2.La estructura de las novelas de caballerías como ya hemos visto

3.A través del propio protagonista, Don Quijote, quien por nacimiento y edad está caracterizado como un antihéroe caballeresco.

En conclusión, Cervantes destierra la novela de caballerías porque el se propuso introducir una obra de entretenimiento a la vez que socialmente educadora, el ideal horaciano “delectare monere“, ‘enseñar deleitando’, es decir, unir la doctrina o educación con lo lúdico.