Jardines regulares

Conoceremos esos rasgos a través de la otra vía de estetización in situ (interviniendo activamente) y transformando la naturaleza para hacerla más bella, lo que llamamos jardín.

Aunque apenas es un asunto tratado por geógrafos, como si no fueran espacios objeto de la geografía a pesar de ser el grado más alto de intervención sobre el espacio, la jardinería es una actividad a tener en cuenta.

Desde que se tiene conocimiento de la construcción de paisajes en Occidente, se concibe la construcción de ese espacio como una mejora de la naturaleza y rompe físicamente su contacto con la misma.
Los jardines casi por definición, en la mayor parte de los casos son espacios cerrados. En el propio termino jardín aparece implícita la condición de clausura, de espacio cerrado ( en indoeuropeo = GORTO = espacio cerrado) en algunos casos se les llamaban también paraísos (evolución de un término persa, paraíso, que también significa espacio cerrado. Paraíso = Jardín del edén). Los jardines tratan de mejorar la naturaleza estableciendo una clausura respecto a ella.

La jardinistica occidental se ha venido moviendo entre dos extremos:

1. El Jardín Regular, en el que se pretende mejorar la naturaleza sobre la base de ordenarla geométricamente, regulares. Sometiendo la naturaleza a la geometría.

2. El Jardín natural, que trata de naturalizar la naturaleza, haciéndola más hermosa pero sin renunciar al aspecto más o menos natural (parterre).

De la Edad Media se dispone de las primeras imágenes de jardines a finales del siglo XIV. Un jardín cerrado, regular (un huerto geométrico, ortogonal), con vegetación elegida (selección botánica) podada hasta someter sus formas, constreñida en distintos parterres ordenados a su vez, geométricamente. Esta es la tradición europea de matriz cristiana.

En la tradición europea de matriz árabe, ejemplos como los jardines del Generalife (Granada). En donde aparecen parecen rasgos distintivos, espacio cerrado, regular geometrizado a diferentes escalas (desde los elementos más pequeños a los conjuntos más grandes) básicamente ortogonales. De manera similar a los jardines medievales cristianos con una diferenciación esencial que es una mayor presencia del agua (para verla, oírla y favorecer el riego de las plantas). Otro elemento importante es que parece ser que se ordenaban en escalones, en terrazas, que denota una intervención dura por vía de bancalización de pendientes, con un criterio geometrizante de nuevo. A escala de detalle desaparecen los parterres, como si se quisiese graduar en el propio jardín la escala de intervención en la naturaleza.

Después de esa doble tradición bastante similar, pasamos a mediados del Siglo XVI. Villa de Este (Italia), jardín que separa mediante un eje (línea) de estanques un tramo estrictamente ortogonal de parterres muy pequeños y simétricos, donde los cruces se producen fundamentalmente de manera ortogonal, menos en el centro donde se localiza una glorieta. Con área de viveros de flor baja. Y al otro lado del eje  una parte del jardín denominada exeras. De traza ortogonal también pero de trazo menos finos, parterres mayores. Con trazas diagonales, paisajes alomados, vegetación diferente y menos sometidos a geometría.

En Francia, siglos XVI y XVII, el jardín de Dubais, similar a los anteriores respecto de las formas geométricas, predominio de ortogonales. Con recorridos paseables con pérgolas que daban sombra y protegían de la sombra. Si lo pudiéramos ver en sección, comprobaríamos que cada uno de los parterres de este jardín están en talud, por tanto geometrización también en alzado (no solo en planta).

Los jardines holandeses de finales del Siglo XVI, muy regulares también, aunque con pequeñas variantes dentro del patrón general. Pequeños matices. En los jardines holandeses lo que son las pérgolas de vegetación adquieren más desarrollo que en otros ámbitos. Presencia de agua, ordenación muy regular de los elementos.

El Jardín de Frascatti (Italia) se sitúa delante del palacio y hacia atrás dispone de un área de vegetación intervenida pero menos ordenada, denominada el “parque” del jardín. Con una topografía más irregular, sin parterres, y con arbustos, arroyitos, etc. (denominado también como la “espesura”).

Los jardines de la Casa de Campo en Madrid a finales del Siglo XVII. Entorno a la Villa aparece un jardín enteramente regular, pero con un conjunto a un lado donde no está tan intervenida la naturaleza el parque y otra zona donde la naturaleza está menos intervenida aún, es decir, casi la naturaleza.

Los ejemplos más evidentes de jardín regular están en Francia (jardín regular francés), jardines donde todo aparece ordenado milimétricamente entorno a un eje mayor, que organiza a todo el conjunto (Versalles, Francia, es el ejemplo supremo).

Versalles. Jardín regular, con parterres muy ortogonales, de estilo muy arquitectónico y muy escenográfico, casi como si con elementos vegetales, elementos naturales, se construyese otra forma de palacio muy simétrico, muy axial, y para ser contemplado desde un punto. Una contemplación muy teocrática, muy divina, vinculada a la propia forma política dominante de las monarquías europeas de Edad Moderna. Un sometimiento de la naturaleza, del agua en estanques, con vegetales tallados, ordenados…

Desde el Siglo XVIII (segunda mitad en adelante) encontramos jardines paisajistas, completamente diferentes. En un primer momento esta cambio se produce en Inglaterra (jardín inglés) y de ahí se extiende por el resto de Europa (los jardines de Pereda de Santander en su origen, fueron concebidos como un jardín inglés).

Todo eso va a cambiar radicalmente en materia de intervención o de construcción de paisajes soñados, de jardines, desde mediados del Siglo XVII en Inglaterra y desde allí irá alcanzando al resto de Europa y también de Norteamérica, el mundo occidental en general. Es una revolución radical en materia calvinistica, en la que se produce una inversión de los patrones de construcción de jardines en Occidente.

Desde el punto de vista de sus orígenes ingleses a mediados del Siglo XVIII, nos encontramos ya con jardines que nos son absolutistas, ni jardines imperiales, sino que son jardines de particulares, concretamente de alta nobleza británica, que retirados a sus grandes dominios rurales, inician una nueva generación de jardines. Vinculados a un cambio de flexibilidad en materia estética. Va vinculado también a la difusión de una nueva moral, o de relación con la naturaleza, y va vinculado también a una nueva sensibilidad del carácter político, claramente anti-absolutista (burguesa).

En este tipo de jardines va a primar una percepción individual del jardín, que apela al sentido de la vista (como en el caso de los jardines regulares) pero también a otros sentidos (como el olfato). No se va a primar la visión geométrica, cartesiana de la naturaleza construida, sino que se va a primar más la construcción de jardines que favorezcan la percepción intuitiva y la percepción emocional. Hasta el punto de que los primeros jardines de este nuevo tipo, construidos en Inglaterra, reciben el nombre en un primer momento, de jardines emotivos. Es decir, no se trata tanto de mostrar el poder de la geometrización de la naturaleza, como de favorecer la percepción individualizada y democrática, y por tanto, distinta y la emoción de los sentidos. Esto supone un cambio sustancial con respecto a lo conocido hasta el momento.

El segundo rasgo de diferenciación muy clara entre los jardines regulares y los jardines paisajistas (jardines emotivos), la que se refiere a los criterios de intervención, a los criterios técnicos de construcción de jardines, de intervención en la naturaleza. Mientras que en el jardín regular las plantas se ven sometidas a la geometría, en los jardines paisajistas se va a presentar la naturaleza como ella misma, como naturaleza apenas tocada, apenas intervenida (aunque en realidad sabemos que no es así).

La tercera gran diferencia, allí en donde en el jardín regular es casi una especie de urbanización de la naturaleza con “calles” y “glorietas”, con trama ortogonal; el jardín paisajista se va a presentar como lo contrario, es decir, el triunfo del campo sobre la ciudad, triunfo de la naturaleza frente a la arquitectura.

La teorización de esos nuevos jardines, se va produciendo a lo largo de la segunda mitad del Siglo XVIII y que aunque tiene raíces británicas va ser muy rápidamente teorizado y formulado simultáneamente desde muy diversas culturas occidentales. De tal manera que encontramos teorizadores británicos como Addison o Cole, pero también Goethe en Alemania, o franceses como Rousseau, es decir desde diferentes lugares van surgiendo los elementos que van a definir ese gran patrón de nueva construcción de jardines paisajísticos.

Todo esto se materializará en primer lugar, se va produciendo una revalorización de un tipo determinado de pintura paisajista del siglo anterior (XVII), concretamente la de Claudio de Lorena, y se intenta construir jardines como si fuesen cuadros de paisajes, de la tradición italiana y muy específicamente de Claudio de Lorena. Se intentan construir jardines que tengan la apariencia de sus cuadros. Por tanto se podría decir que existe una pictorialización en la construcción de jardines paisajistas, se quiere hacer cuadros, con construcciones reales.

Se produce también, una cierta recuperación de ciertos elementos de la jardinería anterior (regular), que en ocasiones estaban acompañados de otras porciones de jardín, llamadas espesuras o parques en un intento de graduación del nivel de intervención en la naturaleza. En los jardines paisajistas se tiende más hacia esta forma de espesura o parque menos intervenido de los jardines regulares y se tiende a abandonar cada vez más la estrictica geometrización. Otro rasgo desde el punto de vista de la construcción de los jardines paisajistas es el que se aprovechan en buena medida, de los coetáneos avances que se producen en Inglaterra a lo largo del Siglo XVIII en materia de historia natural, es decir de ciencias naturales, con conocimiento de nuevas especies, clasificación de especies, introducción de especies exóticas, y de nuevos conocimientos técnico-agrarios, muy utilizados en la construcción de jardines hasta el punto que estos jardines paisajistas, son jardines y a la vez, explotaciones agrícolas o agrarias y por tanto, en el propio diseño de los jardines paisajistas se introducen ovejas, por ejemplo, algo impensable en los jardines de Versalles. El agua que en un jardín regular aparece en estanques geométricos, aparece en los paisajistas como charcas de formas más sinuosas.

Cole: “el arte de los jardines consiste en llevar al terreno, cuadros, siguiendo las mismas reglas que en las telas donde están pintados”. En otras palabras, el jardín paisajista aspiraba a llevar a la realidad un cuadro.

Pero la presencia del jardín paisajista va más allá del propio jardín y se presenta o representa con profusión en elementos tan comunes como puede ser la loza de una vajilla.

En esos jardines de tradición inglesa aparecen además, toda una serie de elementos construidos y que vienen a ser como una especie de constante de los jardines paisajistas, y que están recogidos en distintos tratados para la construcción de jardines paisajistas del Siglo XVIII: rías con su puentecillo, que además deben de tener lancha en uso; en todo jardín paisajista que se precie tiene que haber una especie de cueva, gruta, o de construcción muy rústica; o una edificación de base circular cubierta por cúpula; rocas o roquedo con cierta vegetación en sus juntas; ruinas de construcciones, bien sea de tradición romana o de tradición de baja Edad Media, es decir, góticas. En definitiva, elementos exóticos o de otras civilizaciones, como elementos de arquitectura oriental.

Ejemplos de estos jardines en España: Alameda de Osuna o la reforma de la segunda mitad del XVIII del jardín botánico (Madrid); el laberinto de Horta (Barcelona) o los jardines de Pereda (Santander).

El jardín paisajista aspira a ser una mejora de la naturaleza por medios naturales, pretende mejorar a la naturaleza. Construir paisajes pintados en la naturaleza, no dejando trabajar a la naturaleza, sino llevando a cabo operaciones de intervención de un calibre equivalente, cuando no superior a las intervenciones de los jardines de traza regular. En estos jardines no solo se trata de modificar la topografía como en los regulares sino que además han de crear topografía donde no la hay. Es decir, aunque se presente como un jardín natural, es un jardín enteramente construido, hasta el roquedo, en donde las rías o hilos de aguas necesitan bombas para bombear el agua y que parezca que circula con naturalidad. Por tanto no es un grado de intervención menor sobre la naturaleza que el jardín regular, lo radicalmente distinto no son los medios de intervención, y ni siquiera la morfología, es quizás más democrático pero igual de falso.

Más recientemente se conocen “artistas paisajistas” que crean obras de arte sobre el paisaje y con el paisaje, a veces de manera permanente.

Recopilando:

Paisaje es: paisaje como representación durante siglos, es decir, como imagen, pero no como cosa. Hasta finales del Siglo XVIII, paisaje no designa una parte del mundo sino la representación de una parte del mundo, bien sea pictórica, jardinista,… paisaje siempre fue la representación de la realidad y no la realidad misma. A partir del XVIII, Humboldt en un contexto científico muy determinado comienza a plantear que hay una nueva ciencia llamada geografía y cuyo objeto es la descripción de paisajes. No ya el paisaje como imagen, sino la cosa representada y no su representación.