Dios de la construcción

Mercurio Rubens; siglos XVI-XVII


Museo del Prado-Madrid


Mercurio aparece en posición de descanso luciendo un casco y unas taloneras con alas; en la mano lleva el caduceo, un bastón-insignia que luce también en otras ocasiones; es un bastón, rodeado por dos serpientes entrelazadas, que empleaba como una especie de varita mágica que le permitía hacer dormir o despertar a los seres vivos. Mercurio es el Dios romano del comercio (su nombre se forma con la misma raíz que la palabra merx, mercancía) que después de haber sido asimilado al Hermes griego pasó a ser también divinidad protectora de los viajeros y mensajero de los dioses Hermes nacíó de Zeus y Maya, hija de Atlas, en una caverna del monte Cilene, en Arcadia, este Dios manifestó desde su más tierna infancia las dos cualidades principales a las que se vinculan todas sus funciones divinas, muy diversas: la inteligencia astuta y la movilidad. Al poco de nacer consiguió desembarazarse de sus pañales y con el caparazón de una tortuga, que encontró delante de la gruta, fabricó un nuevo instrumento musical, la lira. Luego se dirigíó a Tesalia, donde robó cincuenta vacas de un rebaño confiado al cuidado de su hermano Apolo, que en aquel momento estaba entretenido en ocupaciones galantes. Haciendo que las bestias marcharan hacia atrás, condujo a los animales a través de toda Grecia hasta llegar a Pilos, donde los dejó escondidos en una caverna. Luego regresó a la gruta y volvíó a meterse en su cuna con el aire más inocente del mundo. Apolo no tardó en enterarse de todo el asunto y acudíó a Maya exigiendo la devolución del rebaño. Esta protestó indignada, mostrándole al niño dormido como un bendito. Apolo recurríó entonces a Zeus quien, al oír las desvergonzadas mentiras de Hermes, estalló en carcajadas y le ordenó que devolviese el ganado. Apolo, sin embargo, fascinado por los melodiosos sonidos que su hermano extraía de la lira, aceptó cederle el rebaño a cambio del instrumento. Hermes inventó luego la siringa (o flauta de Pan), que Apolo también adquiríó a cambio del largo cayado de oro que utilizaba para cuidar sus rebaños. Un día, Hermes separó con él a dos serpientes que luchaban entre sí. Amansados, los reptiles se entrelazaron en torno al cayado; este es el origen del caduceo, que, rematado por dos pequeñas alas, era entre los griegos el símbolo distintivo de los embajadores y de los heraldos. Dios mediador, Hermes es el mensajero de Zeus tanto ante los dioses como ante los hombres. Es él, por ejemplo, quien transmite a Calipso la orden de


dejar partir a Ulises y quien revela a este último la planta mágica que le protegerá de los hechizos de Circe. Intérprete de la voluntad divina, desempeña en este sentido una función auxiliar junto a muchos héroes: Heracles, a quien proporciona su espada y al que protegerá muchas veces; Perseo, al que entrega el casco de Hades y las sandalias aladas.  Los propios Inmortales le deben mucho: salva a Ares cuando estaba prisionero de los Alóadas, socorre a Zeus en su lucha contra Tifón y el señor de los dioses se pone en sus manos para que le ayude a desbaratar las venganzas urdidas por la celosa Hera para matar al gigante Argos, guardián de la joven Io.  En la tierra es el Dios de la elocuencia, el protector de los viajeros , más tarde, de los mercaderes, pero también de los ladrones. En los Infiernos es el encargado de escoltar a las almas de los muertos.  De sus amores con diosas o mortales nacieron diversos hijos. Los más conocidos son Hermafrodito, Autólico, el abuelo de Ulises, y el Dios Pan. Hermafrodito es hijo de Hermes y de Afrodita, a quienes debe su nombre. Un día que se bañaba en las aguas de un lago, la ninfa Salmálice, prendada de su gran belleza, lo abrazó y, como este se resistía a sus insinuaciones amorosas, la ninfa rogó a los dioses que sus cuerpos nunca se separaran. Su súplica fue concedida y desde entonces formaron un solo ser de doble naturaleza. Hermafrodito, por su parte, obtuvo de ellos que todo hombre que se bañara en las aguas del lago perdiese la virilidad.  Pan, desconocido en las leyendas homéricas, sin embargo en un himno homérico se cuenta que es hijo de Hermes y de la hija de Dríope. Cuando nacíó, su madre se asustó ante el ser monstruoso que acababa de dar a luz. Pero Hermes envolvíó al recién nacido en una piel de liebre y lo llevó al Olimpo. Venerado especialmente en Arcadia, es el Dios de los pastores de esta regíón y representa el poder y la fecundidad de la naturaleza salvaje, con fuertes connotaciones sexuales. Esa divinidad híbrida, mitad hombre, mitad macho cabrío, vive habitualmente en los bosques y las montañas, de los que no duda en salir para lanzarse en persecución de las ninfas. Es el caso de Siringe, que consiguió escapar de él metamorfoseándose en caña, con la cual Pan, para consolarse, fabricó el instrumento que lleva el nombre de la ninfa y que también se designa con el de flauta de Pan. Se le suele representar coronado con ramas de pino y portando el cayado del pastor. Esta divinidad lasciva, sexualmente insaciable, forma parte del alocado cortejo del Dios Dioniso. Los romanos lo identificaron con el Dios itálico Fauno.