La épica es un género literario en el que se cuentan normalmente hechos legendarios o ficticios y, a veces, reales, desarrollados en un tiempo y espacio determinados. La forma de expresión habitual es el epoj (narración), aunque también encontramos en los poemas épicos (o epopeyas) descripciones y diálogos. En su origen, la épica no es escrita, sino contada oralmente por los rapsodas.
CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL GÉNERO ÉPICO:
– Puede basarse en hechos verdaderos o inventados indistintamente. La épica griega siempre se basa en un pasado legendario en contra de la épica latina que también recurre al presente histórico como tema.
– La narración se realiza en pasado y mayoritariamente en tercera persona.
– El narrador puede aparecer en la obra o no, pero no está siempre presente, como en el género lírico, ni desaparece por completo, como ocurre en el género dramático.
– En la épica latina se utiliza como forma principal de expresión el verso hexámetro, aunque también encontramos textos épicos de autores latinos escritos en prosa.
– Es fundamental la intervención divina que altera el desarrollo normal de los acontecimientos y la invocación a las musas para que inspiren al poeta un relato coherente, un discurso bien formado.
– Tiende a incluir los demás géneros (lírico, dramático, didáctico) razón por la cual suele ser el que tiene mayor extensión.
– Suele presentar divisiones en su estructura externa tales como capítulos o cantos, epígrafes…
ANTECEDENTES DE LA EPICA LATINA
En el origen y desarrollo del género épico en Roma podemos observar como características fundamentales:
La influencia de cantos de carácter profano pertenecientes a una época preliteraria:
- Los carmina convivalia: cantados por los jóvenes nobles en los banquetes celebrados en honor de sus antepasados.
- Los carmina triumphalia: burlas en verso que los soldados dirigían a su general, junto a las debidas alabanzas, en el desfile triunfal por las calles de la ciudad, era ésta una forma de recordar que a pesar de los grandes logros conseguidos seguimos siendo humanos a merced de la voluntad de los dioses.
- Las Neniae o cantos fúnebres entonados en el momento de incinerar el cadáver de un noble.
La influencia de la épica homérica y la poesía alejandrina.
La utilización de la historia nacional como argumento épico
AUTORES Y OBRAS PRINCIPALES
La épica romana se puede dividir en tres periodos:
EPICA ANTERIOR A LA DE VIRGILIO
Livio Andronico, poeta tarentino del s. III a. C. realizó en el 240 a. C. una versión, en lengua latina, de la Odisea, pero escrita en saturnios, que es el verso romano por excelencia. Esta obra, que dio a conocer los poemas de Homero en Roma, ejerció una enorme influencia y fue muy utilizada en las escuelas.
El primer poeta que escribe una epopeya nacional es Nevio, que a finales del s. II a. C. publicó con el título de Bellum Punicum un poema en versos saturnios sobre la primera guerra púnica en la que él mismo participó.
Destaca, por último, también en esta primera época Ennio, con quien la épica latina se consolida definitivamente. Su poema Annales es considerado como la epopeya nacional romana hasta la aparición de la Eneida. Era una obra sobre la historia de Roma hasta su época escrita en 18 libros, de los que sólo se conservan fragmentos. Su importancia en el desarrollo del género es grande porque fue el primero en utilizar el hexámetro griego como forma de expresión y porque fue el creador de un lenguaje épico en Roma.
EPICA CLASICA CUYO MAYOR REPRESENTANTE ES VIRGILIO
Publio Virgilio
Marón vivió en el s. I a. C. No era romano de nacimiento pero sí italiano. Nació en el seno de una familia acomodada lo que le permitió realizar estudios en Cremona, Milán y Roma. Sus propiedades, como otras tantas, fueron confiscadas y entregadas a los soldados licenciados de Augusto, aunque el infortunio de Virgilio no duró mucho, pues, consiguió entrar en el círculo de poetas protegidos por Mecenas y así accedió al mismo Augusto que lo tomó como poeta oficial de la corte.
Virgilio fue un poeta prolífico (autor de muchas obras). En su juventud estuvo relacionado con el grupo de poetas conocidos como neotéricos y publicó una serie de siete poemas de métrica variada y estilo alejandrino recogidos en un libro titulado Appendix Vergiliana. Entre los años 42 y el 39 a. C. escribió en hexámetros sus Bucólicas, diez composiciones de tema pastoril. Desde el 36 al 29 a. C. trabajó en sus cuatro libros de las Geórgicas.
Con este poema, escrito también en hexámetros, pretendía apoyar la política de Augusto tendente a restablecer, una vez acabadas las guerras civiles, los modos de vida vinculados a la labor agrícola y a la vida campesina; su intención es proponer como ideal la vida en armonía con la naturaleza, que proporciona paz y contento, aunque no esté exenta de dureza y contratiempos. Y, finalmente, dedicó los últimos 11 años de su vida a escribir la que sería su obra más conocida la Eneida.
Se dice que Virgilio escribió la Eneida primero en prosa y después en verso y que él mismo, no contento con el resultado, pidió, en su lecho de muerte, que el manuscrito fuera arrojado al fuego y no publicado, pero el emperador Augusto hizo caso omiso a la última voluntad del poeta y por ello la Eneida se nos ha conservado.
La Eneida que se nos ha transmitido es un poema épico escrito en hexámetros y que ocupa una extensión de 12 cantos. Cuenta la historia del héroe troyano que, junto con algunos de sus compatriotas, consiguió escapar de la destrucción de Troya y que, tras un largo viaje, fundó una “nueva Troya” en Italia. Tradicionalmente se ha dividido la Eneida de dos formas:
Por un lado, están quienes pretenden ver en la Eneida una síntesis de las obras homéricas y atribuyen al texto virgiliano una distribución en dos partes de 6 libros o cantos cada una, de las cuales la primera estaría en clara conexión con la Odisea pues en ella se narra fundamentalmente el viaje de Eneas desde su salida de Troya hasta su llegada a Italia al igual que en la Odisea se narraba el regreso de Odiseo a Ítaca tras la guerra. Y la segunda parte, en la que se cuenta esencialmente el enfrentamiento con los Rútulos, se ha asimilado a la Ilíada de Homero.
Una diferencia separa la Odisea homérica de la Eneida Virgiliana: el destino de Odiseo es volver a Ítaca y este destino es incluso más poderoso que los dioses por lo que los dioses podrán retrasar el tiempo que quieran el regreso de Odiseo (lo retrasaron 20 años), pero el destino de Odiseo es volver a Ítaca y al final estarán obligados a dejar que éste se cumpla; en cambio, el destino de Eneas coincide con la voluntad de Júpiter.
La otra división es la que establece el texto en tres partes de cuatro cantos cada una:
A) Cantos I-IV se centran en la estancia de Eneas en Cartago y sus amores con la reina Dido
B) Cantos V-VIII salida de Cartago, viaje a Italia y preparativos para la guerra contra los Rútulos
c) Cantos IX-XII Estos cuatro últimos libros se centran ya en el desarrollo de la batalla contra los Rútulos, especialmente relevante resulta el enfrentamiento entre Eneas y Turno en el capítulo XII que culmina con la muerte de Turno (rey de los Rútulos).
En definitiva, Virgilio con esta obra logró enlazar para siempre a Roma con la cultura griega. En el poema se unen el presente y el pasado, la historia y la leyenda con gran habilidad; las hazañas de Augusto y los logros y aspiraciones de su recién nacido Principado aparecen en el poema, no expuestos directamente como materia narrativa, sino en forma de digresión profética. Otro de los rasgos que definen el estilo de Virgilio es la alternancia de la utilización de neologismos (términos nuevos) y de arcaísmos que dan solemnidad al texto.
EPICA POSTCLASICA A LA ENEIDA DE VIRGILIO
Después de Virgilio es Lucano uno de los pocos romanos que alcanzó cierta fama como autor épico aunque su estilo no gustara a sus contemporáneos.
Lucano perteneció, a la familia de los séneca, concretamente era sobrino de Séneca el filósofo y como él nació en Córdoba. Vivió en el siglo I d. C. Gozó de la amistad del emperador Nerón hasta que éste celoso del éxito de Lucano como declamador, tanto en griego como en latín, le prohibió leer sus composiciones en público.
Lucano participó en la conjura de Pisón contra Nerón y cuando los conjurados fueron descubiertos recibieron su castigo. Lucano fue obligado a abrirse las venas después de un banquete. Fue un autor precoz que murió joven. De él sólo nos ha llegado el poema épico, escrito en prosa, titulado Farsalia y cuyo tema es precisamente el enfrentamiento que se produjo entre César y Pompeyo en este lugar y que acabó con la derrota del segundo. Lucano publicó los tres primeros libros, de los 10 que componen el poema, el resto fue publicado tras su muerte. Lucano rompe los moldes de la épica tradicional al hacer desaparecer a los dioses de su relato. A cambio, introduce descripciones y discursos abundantes, llenos de recursos estilísticos que hacen difícil seguir el relato y terminan por agotar al lector, y episodios que nada tienen que ver con la épica como el relativo a la astrología, tema éste que, por otra parte, estaba muy de moda en la época.
Tras la muerte de Nerón, el último emperador de la dinastía Claudia, habrá que esperar que pase la dinastía Flavia y llegue la de los Antoninos para que, con Trajano, se produzca un resurgir de la libertad de expresión y del espíritu de la Roma clásica al estilo virgiliano. Destacan entonces las obras de tres autores del siglo I d. C.
Las Argonáuticas de Valerio Flaco inspirada en la obra homónima del griego Apolonio de Rodas. Valerio Flaco narra en ocho libros de hexámetros, frente a los cuatro libros del autor griego, la historia de Jasón y su búsqueda del vellocino de oro. Su caracterización de los personajes de Jasón y Medea supera la de Apolonio de Rodas. Valerio Flaco invirtió veinte años de su vida en la elaboración de esta obra en la que los recursos estilísticos no son tan excesivos como en Lucano.
Púnica de Silio Itálico epopeya en 17 libros escritos en verso que narran la segunda guerra púnica desde el asedio de Sagunto hasta la batalla de Zama en la que el ejército romano, dirigido por Escipión, logró derrotar al ejército cartaginés de Aníbal. La crítica no es muy benévola en lo que a su estilo se refiere; se le achaca un excesivo uso de recursos estilísticos, que provocan que el relato se vuelva monótono, y una pobre caracterización de los personajes.
La Tebaida y la Aquileida de Papinio
Estacio
La primera es una epopeya en 12 libros escritos en verso cuyo tema es la marcha de Polinices (hijo de Edipo) contra Tebas para reclamar el trono que su hermano Eteocles se resiste a cederle rompiendo el pacto de alternancia que existía entre ambos. La segunda escrita en hexámetros es una epopeya inacabada, probablemente por la muerte de su autor; por lo que se deduce del capítulo y medio que se nos ha conservado, la intención de Estacio era contar la historia de Aquiles. En lo que al estilo se refiere la Tebaida resulta una obra mucho más recargada de recursos estilísticos (metáforas, comparaciones, aliteraciones…) que la Aquileida.
LA HISTORIOGRAFÍA LATINA
Definición del género
La historiografía es un género narrativo en prosa desarrollado en Roma sobre modelos griegos. Incluye obras que
relatan en orden cronológico sucesos del pasado de los que se pretende extraer lecciones morales y modelos de
comportamiento.
Características generales
Los historiadores romanos realizan una labor de documentación: inscripciones, actas de magistrados o colegios
sacerdotales, archivos de las familias aristocráticas romanas, elogios fúnebres, obras históricas precedentes.
Ponen su obra al servicio de los intereses de Roma, cuya historia ha sido forjada por personajes a los que los
historiadores presentan como modelos de comportamiento. Los diversos autores se ven influidos por la retórica
(caracterización de los principales personajes a base de retratos psicológicos y discursos ficticios) y la tragedia
(inserción de episodios con los que se pretende acentuar la intensidad dramática).
Autores y subgéneros
1. Orígenes del género historiográfico en Roma: los analistas
Los primeros historiadores romanos aparecieron a finales del s. III a. C. y recibieron el nombre de analistas, porque
recogieron en sus obras acontecimientos históricos que, tomando al troyano Eneas como punto de partida,
seguían una cronología anual; de ahí que dieran a sus obras el título de Annales. Estos primeros historiadores,
entre los que destacan Fabio Píctor y Cincio Alimento, utilizarían como fuente a los historiadores griegos que se
habían ocupado de Roma, pero también se valdrían de documentos públicos (religiosos y oficiales) y privados
(archivos particulares de las familias nobles romanas).
Los analistas primitivos escribieron sus obras en griego y no en latín por el hecho de que la lengua de los griegos
era la connatural del género histórico. Marco Porcio Catón (234-139 a. C.), conocido como Catón el Viejo, fue el
primer historiador que empleó el latín en su obra Origines (de la que sólo se conservan unos fragmentos), y
además cambió la concepción anterior de la historia romana.
Los analistas crearon artificialmente la historia de su patria. Recurrían a veces a la falsificación de documentos; a
falta de documentación se inventaban o deformaban los hechos, siempre para proteger el orgullo nacional.
2. Los grandes historiadores de Roma: Tito Livio y Tácito
Tito Livio (59 a. C.-17 d. C.)
Nació en Patavium (actual Padua), en el norte de Italia, pero pasó la mayor parte de su vida en Roma, donde fue
tutor del futuro emperador Claudio.
Su obra Ab urbe condita (Desde la fundación de la Ciudad), era una narración en 142 libros de acontecimientos
ocurridos desde la fundación de la ciudad en el 753 a. C. hasta el 9 a. C. Se conservan 35 de ellos: los libros I-X
(relatos legendarios sobre los orígenes de la ciudad); y los libros XXI-XLV (segunda Guerra Púnica y Guerras
Macedónicas). El contenido de los demás se conoce por fragmentos y resúmenes de escritores posteriores.
Tito Livio escribió durante el reinado de Augusto, cuando el Imperio romano dominaba el mundo mediterráneo, con
la intención de demostrar que Roma había sido destinada a la grandeza, ya desde los días de sus humildes
orígenes, y a proporcionar un fondo adecuado para las glorias del emperador. Su obra está articulada como un
relato lineal, ordenado por años, como hacían los analistas. Pero Livio pretende conferir veracidad a lo que cuenta
y le da una elaboración artística, apoyada en la elocuencia y en la retórica, que evita la tosquedad expresiva de los
analistas; consigue una dramatización efectiva de los hechos, combinando los elementos narrativos con las
descripciones, los retratos y los discursos. Tito Livio fue muy leído y admirado hasta el Renacimiento.
Tácito
Gayo Cornelio Tácito (55-120 d.C.) provenía de una familia senatorial originaria de la Galia. Fue discípulo de
Quintiliano y amigo de Plinio el Joven. Participó en la política y fue orador antes de dedicarse a la historiografía.
Las obras con las que se consagró fueron Historias (parcialmente conservada) y Annales, en las que, a pesar del
título, se ocupa sólo de acontecimientos del pasado reciente. Los cinco libros que restan de la primera (se cree que
constaba de catorce) abarcan los sucesos del año 68, en el que se sucedieron los emperadores Nerón, Galba, Otón y
Vitelio, y el comienzo del reinado de Vespasiano. La segunda obra, en dieciséis libros, abarca de Augusto a Nerón.
Tácito pone su arte al servicio del análisis histórico, creando una historia llena de patetismo y de efectos estéticos
que ponen su relato muy próximo a la tragedia. Se opone al Imperio, pero lo presenta como inevitable. También
lleva las características del estilo de Salustio (brevedad, concisión y solemnidad) hasta sus últimas consecuencias
3. Escritores de monografías históricas: César, Salustio y Tácito
Desde comienzos del siglo I a. C. el nivel cultural se había elevado notablemente en Roma, gracias a la influencia
del helenismo. En los últimos años de la República, algunos autores comienzan a escribir “monografías”, en las
que narran sólo los acontecimientos que les parecen importantes.
Julio César (100 a. C.-44 a. C.)
Fue importante como militar, y como estadista creó los cimientos del futuro sistema imperial romano al final de la
República. En su faceta literaria destaca como historiador. Bajo el título genérico de Comentarios (Commentarii)
se conservan dos obras: La Guerra de las Galias (De Bello Gallico, en siete libros) y La Guerra Civil (De Bello
Civili, en tres libros). La primera obra narra en tercera persona las campañas que el propio César dirigió para la
conquista de las Galias (entre los años 58-52 a. C.); la segunda obra narra, también en tercera persona, los
sucesos ocurridos durante la guerra librada entre César y su rival, Pompeyo (años 49-48 a. C.). Con sus
Comentarios, redactados a manera de informes militares, pretendió justificar sus actuaciones ante el Senado y la
sociedad romana, utilizando un lenguaje sencillo y preciso, que produce sensación de espontaneidad y objetividad.
Salustio (86 a. C-35a. C)
Era de origen plebeyo. En política, se opuso al partido aristocrático romano y a su líder, Pompeyo Magno, y desde
un principio apoyó a su rival, Julio César, quien llegó a nombrarle gobernador del reino de Numidia (act. Argelia).
Regresó a Roma con una inmensa fortuna y se retiró de la vida pública para dedicarse a sus trabajos históricos.
Las dos obras completas que se conservan son La conjuración de Catilina (Bellum Catilinae), un relato vivaz de
la conspiración en el 63 a. C. del líder político romano Lucio Sergio Catilina, y La guerra de Yugurta (Bellum
Iugurthinum), historia de la guerra librada a finales del siglo II a.C. entre los romanos y Yugurta, rey de Numidia.
Salustio tomó como modelo al historiador griego Tucídides, para intentar explicar los acontecimientos y hacer que
sus relatos fueran legibles y dramáticos. En ellos expresó en un estilo conciso su desaprobación de la debilidad e
inmoralidad del Estado de la que acusaba a la aristocracia romana.
4. Escritores de biografías históricas: Nepote, Suetonio y Tácito.
Cornelio Nepote (100-25 a. C.)
Escribió Sobre los hombres ilustres (De viris illustribus), obra de la que se conservan una serie de biografías de
grandes generales extranjeros, entre las que destaca la de Aníbal.
Suetonio (75-160 d. C.)
Fue un erudito enciclopédico del que se conserva completa la obra Vida de los doce Césares (De Vita
Caesarum), en la que narra las vidas de los doce primeros emperadores, incluido Julio César. El tratamiento de los
asuntos resulta demasiado trivial y anecdótico.
Tácito
Tácito cultivó la biografía con su Agrícola (De vita et moribus Iulii Agricolae), obra en la que retrata a su propio
suegro como un romano tradicional en un mundo decadente.